_________ Trompeta o bombardino
José Antonio Barroso es un personaje, pero un personaje de verdad. Hay quien lo ve un cursi y hasta hay quien no lo puede ni ver pero forma parte de una generación de figuras políticas populares que han resistido contra viento y marea. En la bahía de Cádiz quiero decir. Como Pedro Pacheco, Antonio Moreno, Hernán Díaz, Chiqui Jiménez Barrios, Pepe Mier… y Teófila Martínez, claro. Del elenco quedan dos en la primera línea: Barroso y Teófila. Pacheco, Hernán y Moreno están fuera, cada uno por un procedimiento diferente, pero fuera, y Chiqui Jiménez Barrios y Pepe Mier están en cargos institucionales. Ahora repiten Barroso y Teófila y si bien casi todos están de acuerdo en que revalidará la alcaldesa de Cádiz, sobre el alcalde de Puerto Real hay división de opiniones.
Porque de ayer mismo es la noticia de que una posible candidatura independiente en la ciudad de Las Canteras, con base en el Río San Pedro, siempre esquiva al candidato izquierdista, puede mermar las posibilidades de los socialistas. Ya digo, de ayer mismo es la información. Que me dice un experto en campañas electorales locales. Como diciendo que qué suerte va a tener de nuevo Barroso, con una sonrisa malévola.
El actual alcalde de Puerto Real, tan literario, se descolgó con el Titanic y su banda de música. Más que nada porque le gustaría a él la película porque para nadie es agradable seguir tocando la trompeta, o el bombardino, en la cubierta de un gran navío que se hunde desgarrado por el iceberg del fracaso y el desamor de su pueblo.
Control, control, control… Que diría El Selu. ¿Trompeta, bombardino? Barroso es el director, de ser alguien, en la orquesta del Titanic. De ahí la imagen que le es grata de un esbelto actor vestido de smokin con la batuta en la mano. Formidable, la imagen de ese Titanic lleno de glamour frente al verdadero Titanic de la Bahía, que es un carenero grande lleno de terrazas de verano con familias comiendo sardinas asadas y gambas cocidas, con jarras de cerveza helada.
Barroso, que siempre ha sido el exceso y la demasía, se torna cauto e introspectivo cuando analiza a la luz de la gran crisis por la que atraviesa la ciudad el abandonar: "Sería una traición". De director de la orquesta del Titanic a comandante del acorazado que se hunde, con su comandante como último de a bordo. Valor, honor, patriotismo. Cuando lo sencillo es entender esto de la política como una cuestión cuyo responsable es el pueblo que vota y no el que se ofrece. Pero claro, Barroso ha visto "el elenco de optantes" (he notado el respingo de Fernando Santiago, buen barrosólogo) y se ha tirado a la piscina.
Es el poder. Pues nada, Puerto Real hable.
Diario de Cádiz
El Pinsapar
2010 12 09_
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