viernes, 13 de septiembre de 2019

Revista Al-Jazirat_EL FLAMENCO DE LAS MUJERES



_______ El flamenco de las mujeres
                                                                                            Para mi admirado y queridísimo Luis Soler

Suelo decir dos cosas en las que, por supuesto, creo firmemente. Primera, que las mujeres cantan el flamenco mejor que los hombres y, segunda, que fue Pastora Pavón, una mujer, la que “inventó” el Flamenco. Se lo escribí un día a Manuel Bohórquez, extraordinario conocedor de Pastora, que no me negará, pero lo he dicho en otras ocasiones también. Y lo sigo diciendo. Me apresuro a afirmar que lo digo yo, camaronero irredento que tiene en un altar a Caracol y a Vallejo en otro, al Gloria y los de Cádiz, Terremoto y Perrate, El Indio Gitano y El Torta, Luis de la Pica, y más, en el celeste cielo de la gloria bendita del cante. Porque aquí, digo en el Flamenco, no podemos ir de milimétricos y exquisitos y neutrales sino de aficionados comprometidos con la verdad, nuestra propia verdad. Vamos, es bueno para mí lo que me gusta a mí. Y gustarme-gustarme me ha gustado La Niña de los Peines, a rabiar. Y he levitado con Fernanda de Utrera, y su hermana Bernarda también, claro; con Paquera, Tomasa La Macanita y La Perla y me escribe mi buen amigo José Luis Vargas Quirós y me pide un artículo para su revista sobre mujeres, sobre tres mujeres que, resumiendo, muero por ellas: Inés Bacán, Tía Juana la del Pipa y Dolores Agujetas. ¡Es que pongo los tres nombres uno al lado del otro y ya he concluido este artículo! Verán, es que Inés hace la lentitud y la solemnidad del cante, Tía Juana crea lo telúrico y Dolores Agujetas araña y sangra y duele. Lentitud, misterio y dolor, pues. Puestos a elegir habría que decir como dicen las madres de sus hijos, a todos los he parido igual, no puedo querer a uno más que a otro. No es posible un escalafón de estas mujeres, ni de todas las que han llegado a ser y a representar algo en el Flamenco. Imposible.

Tienen en común algo denotativo estas cantaoras, un factor común que llama la atención: ¡son tan humildes! Pero sobre todo se han inventado a sí mismas. Esta nota distintiva de los verdaderos artistas, no de los que imitan o francamente copian, mimetizan, las caracteriza y define. ¡Porque se parecen a sí mismas! Oímos a Tía Juana del Pipa, por ejemplo. ¿Se parece a alguien? Canta a lo perfecto pero es ella, completamente ella. Sin conservantes ni colorantes ni otros aditivos. Es la garganta abierta, el corazón abierto. Puede que ni ella sea consciente de los quilates que atesora. Hace lo que sabe, lo que siente cuando canta. No ha ido al colegio, no se ha entrenado ni obedece estrategias ni tácticas cantaoras. Que no es de “academia” es prístino, evidente. Porque nunca igual lo que canta, porque cada vez crea con la misma materia la formalidad perfecta y diferente. En lo que coincide con Inés Bacán y Dolores Agujetas. Son particularidades, singularidades. Tienen las tres un sello propio e indivisible. Los definí más arriba: dolor, lentitud, duende puro. Entonces acotamos un espacio singular, el espacio de las mujeres en el Flamenco. Es un coro afinado a más no poder, de mayor duración y con voces únicas. Se trata de una orquesta de singularidades, de una polifonía flamenca única, extraordinaria y milagrosa: El flamenco de las mujeres.

En el caso de Dolores, Tía Juana e Inés hay un hilván siempre entre ellas. Cantan al límite de la afinación, se ponen en el sitio más difícil, el lugar imposible. No porque lo busquen ni lo quieran sino porque ahí surge su cante más genuino, en ese lugar de la fatiga máxima, en ese espacio del sonido de la verdad, de la suerte de la verdad del cante. Por soleá, por todo. Fatiga y más fatiga porque de verdad que su cante nos duele, nos estremece, nos sacude y nos exprime en lágrimas, en emociones y en sentimientos. Como sólo las mujeres saben, como el flamenco de las mujeres suele.

Pastora “inventó” el flamenco, he dicho. Su engañosa facilidad deslumbrante puso los cimientos del edificio en donde conviven estilos, voces, modos y maneras cantaoras. Pero hay ese coro, el grupo divergente de las mujeres cantaoras en donde están Inés y Dolores y Juana del Pipa, estas tres artistas de la singularidad, estas voces únicas y distintas que sólo se parecen a sí mismas.

 La Isla, 11 de septiembre de 2019_