martes, 23 de abril de 2024

EN EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE LUIS BERENGUER












La Isla

Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Arte
Centro de Congresos de la Isla de León
Recordando a Luis Berenguer, centenario...

Mi maestro...

El Pinsapar / ANTONIO BURGOS

 











______ Antonio Burgos

Llovió el domingo de Ramos, la Estrella no pudo salir, vimos llorar a la gente lágrimas verdaderas, hubo mucha tristeza en el aire. La larga espera hasta la decisión de no salir La Macarena, con la gente en el vilo de la noche, se pudo palpar hasta en el ‘directo’ de Canal Sur TV. Más tarde supimos que tampoco La Esperanza haría su estación de penitencia. Era grande la amenaza de lluvia. Los pantanos se fueron llenando lentamente en la Semana Santa que esperan los andaluces en todos los pueblos y ciudades como lo más íntimo de vivir, lo más bello. La corrida del Domingo de Resurrección pudo celebrarse al final aunque con retraso porque el albero de la Maestranza esta empapado de lluvia, un albero así no hacía practicable la lidia. Morante esperó junto a sus compañeros hasta que el presidente dio luz verde al inicio del festejo tradicional de Sevilla que tantas veces toreó Curro Romero. El tiempo ha venido recomponiéndose y nos ha dado el suspiro de alivio al ver los ríos llenos, las fuentes manando agua clara, los manantiales. Todavía sigue llegando el agua a los pantanos, bendito sea Dios. Y Sevilla llegó a la noche del pescaíto con las ganas de todos los años, y al alumbrado de la Feria, y a la Feria con sus tardes de toro, el sol de Sevilla. Y sus noches de Feria.

Sevilla ha emergido de sí misma en estas semanas que día por día han sido las semanas de Antonio Burgos. ¿Cuántos recuadros habría escrito de estos días? ¿Cuántas nuevas estampas habría dibujado con su palabra única, hecha a la medida para amar a su Sevilla desde el Viernes de Dolores hasta la última corrida de la Feria? Han ido los toreros al Baratillo, hubo brindis sorprendentes en la plaza y buenos toros de empinadas ganaderías, grandes faenas y estocadas, orejas, Puerta del Príncipe. Antonio se habría sentado a escribir con los ojos llenos de Sevilla, el corazón rebosante de amor a Sevilla, los recuerdos de su Curro Romero, los cantes de la Alameda. Y todo el arte. Si yo pudiera, aunque sólo fuera hoy, escribir uno de esos artículos que sólo ya podemos leer cerrando los ojos, una de las increíbles taraceas del maestro Burgos, el gran Antonio Burgos, que siempre estuvo al servicio de Sevilla, sentado junto a su madre zapatera y su padre sastre. 

Estos días sin Antonio fueron días en los que no dejé de pensar en el amigo, el maestro, el gran escritor de Sevilla. Ya habrá un fundido de amor para siempre. El Hijo Predilecto de Andalucía llegó al honor por el amor a Sevilla.

Diarios del Grupo Joly
El Pinsapar
2024 04 23_


lunes, 22 de abril de 2024

Calle Real / DUARTE Y BERENGUER
















________ Duarte y Berenguer

Rafael Duarte ha vuelto a escribir sobre Luis Berenguer. Le pasa como a mí, no se le ha olvidado nada. Cada recuerdo es un carne viva. Y han pasado decenas de años. El tiempo del novelista de la calle Real era una alborada para muchos de nosotros. Ser escritor era eso, ser Luis Berenguer. Digo encerrarse un día y otro día y trabajar sin descanso. Y leer, sobre todo leer. El autor de Marea escorada no tenía secretos. El otro día lo refería yo a un amigo sobre los mil poemas que me vi obligado a leer para un premio. Luis Berenguer decía… He empezado así muchos recuerdos de mi vida. En este caso, decía que el que no se auto censuraba era un imbécil. Berenguer era directo como un puñetazo de boxeador. No tenía nada de gallego en esto, no solía dar vueltas ni tomar los Jericó cotidianos. Puede que lo acabara de aprender pero enseguida nos decía los hallazgos, los modos. Armas Marcelo, también novelista y amigo, hablaba a menudo de las dos paginitas diarias, que en doscientos días arrojaban el saldo de cuatrocientas páginas, lo que es que hablemos de una novela gordita. La novela es una expedición, un ejercicio de paciencia infinita. Cada libro de Luis Berenguer era el colado de cientos y cientos de páginas, y de horas y horas de máquina de escribir.

Hubo un tiempo en la Isla en la que este hombre brillante, agudo, ingenioso, libérrimo, generoso, amigo escribía sin descanso en su cuarto de su casa de la calle Real que daba al patio grande con montera. Para escribir Sotavento no había necesitado irse a Madrid, que era la obsesión de Juan Mena, irse a Madrid. Camarón decía que Madrid era fundamental para el futbolista, para el cantaor, para el artista. Pero irse a Madrid, quitarse uno de este paisaje horizontal de caños y de esteros, de playas vírgenes y de todos los vientos era mucho más que doloroso. En la plaza de Oriente madrileña, por donde daba duro el viento del Guadarrama, Pepe Oneto me preguntó si olía a marisma. Mi inolvidable y queridísimo Pepe Oneto se había ido a Madrid y se llevó a la Isla portátil en las palabras de la ciudad, sobre las que siempre volvía para nostalgia y regocijo.

Sí, Duarte conserva vivos los recuerdos de Luis, el Luis que él rozó. Sabía muy bien el gran poeta isleño por donde respiraba el novelista de La noche de Catalina virgen y Tamatea porque no se fue a Madrid, porque no ha parado de escribir desde entonces, porque ahora estamos de aniversarios y él es convencidamente cervantino y guarda por el novelista nacido en Ferrol por Orden ministerial el tesoro de todos los recuerdos imborrables.

Calle Real
Diario de Cádiz
2024 04 21_