martes, 19 de marzo de 2019

El Pinsapar / PÉREZ-LLORCA



_____ Pérez-Llorca

Esta tarde en el Teatro de Comedias de aquella Real Isla de León en donde empezó todo, digo esta epopeya de la libertad que protagonizaron Cádiz con su Isla en 1810-1813, el presidente de la Diputación Provincial y Alcalde de San Fernando, José Loaiza, hará entrega a José Pedro Pérez-Llorca del nombramiento de Hijo Predilecto de la Provincia. Recuerdo -porque era de Cádiz y porque la época fue un impacto indeleble para mi generación- a aquel Pérez-Llorca joven, activo, discreto. Digo que formó parte de la Redacción Constitucional y que luego fue nombrado Ministro de Asuntos Exteriores. Cuando se cayó aquel entramado de partidos, personalidades y traidores llamado UCD, Pérez-Llorca desapareció de la escena, dedicando su vida al Derecho y a la familia. No ha sido hasta las celebraciones y el cuestionamiento de la Constitución que él tan decisivamente hizo posible cuando hemos vuelto a ver a aquel joven maduro de 1978 traído y llevado. Digo como figura de los homenajes, como Presidente del Museo del Prado. Y en Cádiz. Jurado del más importante Premio Cortes de Cádiz -De la Libertad-, Académico de la Real Hispano Americana, Hijo Predilecto de la Ciudad de Cádiz, con Chano Lobato al cante, y las adopciones del maestro Antonio Burgos y el doctor Concha, eminente cirujano. En la misma inolvidable jornada municipal. Pero sobre todo en cuantas ocasiones ha podido acercarse a su casa, a Cádiz, impartiendo esa gaditanía esencial hecha de cultura, simpatía, ingenio, ironía y sensibilidad. Es como el arquetipo del gaditano, o cuando menos del imaginario cincelado por los siglos de lo que un gaditano fue, ha sido, debe ser. O sea, todo esto unido a una mirada como de vuelta y a una manera de rodear las cosas desde la lucidez más acerada donde se responde a lo más intrincado con una pregunta, un silencio, una sonrisa o un sí o no.

Lo que era de Cádiz exclusivo, digo quintaesencia de lo gaditano admirable, José Loaiza lo hace provincial, como elevándolo al conjunto de esta porción de la España histórica. Lo sube a la sierra de la Gloria, lo introduce en los parques naturales de los pinsapos, alcornoques y lluvias, en las llanuras, en la otra bahía del Gibraltar cautivo, entre los viñedos, en la ciudades de este lado del río Guadalquivir... Quien puede darla le ha dado la predilección de todo este mundo que es nuestro mundo, tantas veces ensimismado, litoral, soñador y soleado. A José Pedro Pérez-Llorca y Rodrigo, padre constitucional, ex ministro de Asuntos Exteriores del Reino con su retahíla de honores ya codificados, su ironía, su benevolencia y su cercanía tan sincera a lo que siempre fueron sus origenes: Cádiz y la libertad.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2019 03 19_

jueves, 7 de marzo de 2019

Obituario / JOSÉ PEDRO PÉREZ-LLORCA.


_______ La memoria inédita

José Pedro Pérez-Llorca quería escribir un libro con su memoria íntima, su tiempo de Cádiz, su patria infantil. En el círculo familiar refería esos recuerdos a los que quería darle forma. Habló conmigo de ese proyecto, que verdaderamente quería dejar cumplido antes de irse al misterio, cruzar ese umbral. No sé si lo empezó a escribir. Habría sido un modo de ser conocido más profundamente. Digo cuánto le dolió la explosión de 1947, que se llevó a una parte de su familia. No se ha escrito mucho –digo desde la altura de un Pérez-Llorca– de aquellos años ni de aquel Cádiz gris y frío, desportillado y herido por la represión nacionalista y la guerra recién acabada. José Pedro me contó parte de la escritura no escrita de esas memorias. Fuimos aplazando la primera jornada de trabajo en serio, porque él quería que yo le “ayudara” de alguna manera en cumplir ese sueño. Nada me habría gustado más. Pero era un hombre verdaderamente ocupado, pese a pasar de la setentena, un hombre muy ocupado. Con compromisos sociales, la presidencia del Museo del Prado y, sobre todo, la dirección de su despacho profesional… del que “vivía”.

Cádiz le “daba” la vida, sacaba tiempo de donde no lo había para venir a Cádiz, estar en Cádiz, ponerse a disposición de Cádiz. Su despacho, su persona, sus contactos en el mundo, su sabiduría, todo él estuvo al servicio de Cádiz, a las órdenes de Cádiz. Era el hombre de la Real Academia Hispano Americana en Madrid, el aliado perfecto del gobierno municipal para traer a Cádiz una muestra del Prado, como ocurrió realmente. O lo que fuera bueno para la ciudad. Pero sobre todo se había convertido en el paradigma, en el prototipo de gaditano, en el modelo a imitar, en lo máximo que se puede aspirar. Y por eso fue definido como el imaginario máximo de lo gaditano en la historia: culto, buen conversador, liberal, diplomático, educado, ocurrente, simpático, abierto, generoso. Y mucho más. Había sido un político importante, uno de los padres de la Constitución, nada menos. Fue cuando hizo falta que metieran el hombro los españoles para superar el fatalismo de serlo. Por la política pasó dejando una fama espléndida, porque aplicó a esta dura realidad de aquellos años, gran parte de las virtudes que lo hacían gaditano. Lo fue todo pero no ha podido completar el sueño de poner la palabra sobre palabra de su infancia, de sus padres, del desastre de aquel día de verano de 1947 en el que se segaron muchas vidas, inexplicablemente. Habría sido el colofón de una historia de amor a una ciudad que, estoy seguro, sabrá recompensarlo como se merece.

Diario de Cádiz
2019 03 07_