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Recuerdos, retazos de aquí y de allá, imágenes para la gente que quiero, músicas, palabras, la vida...
martes, 28 de noviembre de 2023
El Pinsapar / EL DILEMA DE JCC
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lunes, 27 de noviembre de 2023
EL MUNDO ERA ASÍ
domingo, 26 de noviembre de 2023
PUEDE QUE SEA UNO DE LOS TEXTOS MEJORES QUE HE ESCRITO EN MI VIDA
Calle Real / 11 MILLONES Y...
sábado, 25 de noviembre de 2023
CON VICTORIA IGLESIAS, DE LAS MEJORES...
viernes, 24 de noviembre de 2023
FUI A MONTPARNASSE A LA TUMBA DE CÉSAR VALLEJO Y ...
jueves, 23 de noviembre de 2023
CON ASDRÚBAL AGUIAR EN CÁDIZ
Un sabio contemporáneo, un hombre bueno, un demócrata de arriba abajo, un venezolano que vive la esperanza de la vuelta de la libertad a su patria. Amigo de España total, devoto de la Constitución de 1812, amante de Cádiz, amigo siempre.
MUCHAS TARDES ESTA MIRADA, ESTE CONTRALUZ, ESTA NOSTALGIA
miércoles, 22 de noviembre de 2023
El Pinsapar / DOS SUMAS
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martes, 21 de noviembre de 2023
VAS POR LA CALLE
LOS NIÑOS DE LOS 50
domingo, 19 de noviembre de 2023
Calle Real / MARÍA
_________ María
Un Grammy es un Grammy, o sea, todos los años se entregan en Miami, capital mundial de la música latina. El Flamenco ha logrado llegar a ese altavoz. Camarón lo obtuvo. Pero este año la organización ha logrado traer la Gala a Sevilla, que haya sido un gran éxito y que María recibiera uno de los premios. En otras palabras, la organización ha lanzado una vez más Sevilla a la estratosfera, cosa de gran alegría porque algo les pasa a los que no quieren o no están enamorados de la capital de Andalucía. Y, además, se ha alzado con el Grammy de la Música Latina al Flamenco nuestra María García, nuestra Niña Pastori. María, la hija de Pastori, es una flamenca excepcional. Y no exagero lo más mínimo. Así que no puede haber más justicia en la concesión. Pero claro, estamos aquí esperando la lluvia, preocupados por otras cosas, algunas menudas aunque no otras, y puede que no le hayamos echado demasiadas cuentas al significado de este galardón a esta artista nuestra. Es como si nos pareciera normal que le dieran un premio a la Niña Pastori. En el Flamenco, la Isla está en lo más alto. Con Camarón por supuesto, pero también con Sara Baras y con María. Es más, la Niña de Pastori, toda una mujer con sus dos hijas guapísimas, puede que sea una de las cantaoras de más pureza del Flamenco contemporáneo, aunque cante lo que suele cantar que tanto gusta a los jóvenes y menos jóvenes. Sí, lo canta y lo corean los públicos, porque sus canciones forman parte desde hace años del acerbo cultural español y latino. Pero…
Lo he visto en varias ocasiones, reserva para el final su poquito de Flamenco verité, su vueltecita por bulerías, su cante por tangos, por lo que sea de puro flamenco. Que coincide con ese momento plaf de los públicos, porque el Flamenco de Niña Pastori no tiene parangón, sólo muestra autenticidad y belleza. ¡Ay, que poco dura lo bueno! Así que sin despeinarse mucho ha logrado un Grammy al que otros aspiraban. Digo que la Academia de la Música Latina ha acertado totalmente con ella, con entregarle un premio, en Sevilla, convertida en la ciudad capital mundial de la música latina. Una cañaílla, como hace años hizo José Monje, vuelve a ser la llave que abre las puertas del Tesoro de nuestro Flamenco a todo el mundo. A través de su voz única, María renueva el milagro. Es evidente que sólo puede quererse lo que se conoce, bienaventurada María García por abrir esa puerta de oro del Flamenco a todo el mundo latino que se reunió en Sevilla.
Nos vuelve a dar una gran alegría.
Diario de CádizCalle Real
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jueves, 16 de noviembre de 2023
martes, 14 de noviembre de 2023
El Pinsapar / ESTADO GRUYÈRE
De todo este paisaje chirriante, lo más, unir la amnistía y España, y que lo apoye gente que se caracteriza por su profundo amor a patria común e indivisible, como Ortuzar, Puigdemont y Aragonés. Es la rueda de molino que nos pretende poner en la garganta Pedro Sánchez para comulgar. No se entiende sino desde un profundo desprecio. El presidente en funciones ha puesto una raya en la arena de la playa. Separa de nuevo a los españoles buenos de los malos. ¿Le merece la pena? Sabe que millones lo detestan y le van a gritar por donde vaya. Pero el Poder es tan fuerte, atrae tanto… Ante el poder, siempre genuflexo. Y quienes vienen luego, pues podemos imaginarnos. Alimentan el fuego de la discordia. La gente no dedica la mañana de un domingo ni muchas noches en los predios de Ferraz si no está convenientemente exacerbada. Lo de la amnistía, sin explicar del todo, digo ampliamente en los programas de la tele, con ejemplos claros, ya es un buen catalizador del malestar nacional. Por eso el domingo centenares de miles se fueron a las plazas. ¿Anunciaban algo nuevo? Me temo que más frustración, más desasosiego, más irritación. Contra Sánchez y los socialistas, que antes decían rotundamente de la inconstitucionalidad de la Amnistía y hoy han cambiado de opinión, inmediatamente después de su presidente. ¿Tanto poder tiene este hombre? Los cuadros de un partido de Estado tan centenario, parece increíble, cambiando en horas 24 según diga el Gran Timonel. El juego estuvo siempre claro: si quieres mis votos, ve escribiendo ahí a lo que te comprometes. Ortuzar, Puigdemont y Aragonés son los expertos de la jugada. Digo que siempre supieron de la capacidad de mentir del socialista, o de cambiar de opinión. No me vas a dar la gestión de la Seguridad Social para luego cambiar de opinión, ni los trenes de cercanías o la quita de la deuda. Garantías son garantías. Porque Sánchez no es de dar la mano, que eso vale más que una firma ante Notario o delante de España, no. Se lo ha ganado. Así que esto es lo que hay, esta sensación de falta de aire, este ahogo. Que en momentos es pensar si estamos en el principio de algo. ¿Estamos en el principio de algo? El Estado Gruyère se nos antoja algunas veces España. Más que nada por la facilidad de meterse por dentro los gusanos.
Un día se caerá todo, más que romperse se
caerá. Al suelo los siglos de historia, al abismo el sentido nacional, el
último que apague la luz. Antes les ocurrió a otros y en el futuro algunos sólo
tendrán pasado.
El Pinsapar
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domingo, 12 de noviembre de 2023
Calle Real / VIENE MÓSIG
sábado, 11 de noviembre de 2023
TRES DÍAS DEL 33, VEJER...
miércoles, 8 de noviembre de 2023
EL MAESTRO GURIDI
martes, 7 de noviembre de 2023
El Pinsapar / Eppur si muove
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lunes, 6 de noviembre de 2023
SOR FELICIDAD
SOR
FELICIDAD
ENRIQUE MONTIEL
En estos casos,
la verdad, uno siempre intenta, cuando habla, traer los recuerdos bonitos, los
días de sol, el balcón abierto, el momento del almuerzo, todos juntos, llenos
de vida y salud, rebosantes de todo. Entonces, sin venir a cuento, le recordaba
cuando nos mandaban a los mayores por la sandía (Dios mío, hoy no las veo tan
exageradamente grandes como aquellas sandías de Santo Domingo, sandías de más
de diez kilos, lo menos), la traíamos entre dos, dentro de una cesta grande de
esparto, advertidos de que tuviéramos mucho cuidado porque si se caía al suelo
se reventaría con su propio peso.
Era así, por eso llegaban en los días navideños lo menos diez cajas de polvorones de cinco kilos. Nos encantaban. Era una fiesta abrirla en los postres y oír decir a mi padre, venga, Enriquito, empieza tú que eres el más tragón. Entonces yo me quedaba parado porque no sabía cuál coger primero y si tenía la oportunidad de elegir no debería hacer una mala elección.
Sonrío. Por eso le hablaba de todo esto a la anciana que ahora era mi madre, abatida por la senectud, postrada en aquella cama de San Rafael, en la zona en donde -me maliciaba- estaban los ancianos finales, los enfermos sin solución. La edad de tu madre, de tu ser más querido, no es la edad real, la corriente. No, es el factor común de todas las madres que has tenido. En más de noventa años son más de una y más de dos. Y más de tres. Quizás la primera que he conocido no fuera una persona sino una habitación con una lámpara encendida que en un momento dado mi madre llegó a ver borrosa, no ver. Estaba en mi parto y llegué con demasiado peso, digo seis kilos, y doscientos gramos. Los doscientos gramos debieron ser un dato importante porque se recordaba siempre, se recalcaban: y dos cientos gramos. Como las palabras destempladas que el párroco de la Iglesia Mayor le dijo a mi padre, “¿Por qué has tardado tanto en traer al niño a bautizarlo?” Asombrado, mi padre le dijo: ”¿Cómo? ¡El niño tiene tres días!” Esa primera madre, inimaginada, aparece de pronto en una foto dentro del hábito negro de San Vicente de Paúl con la cofia blanca, almidonada, impoluta. Era ella, no cabía duda alguna. La envió desde Madrid a mi abuela cuando juró los votos y estaba en la caja de lata de todas las fotografías. En toda mi vida paré de hacerle preguntas sobre esos años decisivos en que todos la llamaban Sor Antonia, incluso mi padre, que la amaba en secreto. Fue por esa asociación de ideas, porque pensé que era bueno para su vivir de ahora los buenos recuerdos que le pregunté por Sor Felicidad. Habían llegado cinco, las jóvenes se decían a sí mismas, a la Comunidad de Jaén, todas enfermeras. A los quirófanos, las salas de pobres, la vida de una religiosa de San Vicente de Paúl en el Hospital de la Diputación, enfermeras con hábito de religiosas. Sor Felicidad puede que fuera una de ellas, o alguien que ya estaba allí. Lo cierto es que lo que yo creí que sería un motivo de recuerdo amable, se tornó en un rictus de dolor y de rechazo. Sacó el brazo de la sábana e hizo un gesto de repulsa junto a una súplica, por favor, no me preguntes de ese tiempo. Guardé silencio, cambié de tema. Delante de mis ojos pasó la película del padre blanco, capellán del hospital, confesor de la Comunidad de religiosas, que tuvo miedo cuando entraron los milicianos y las milicianas en el hospital para hacerse cargo del mismo, con los correajes sobre el cuello, los máuser y las pistolas en actitud amenazante y violenta. Tuvo miedo y se escondió en un retrete. Lo buscaban y le dieron con la culata en la cara cuando lo hallaron escondido en el retrete. Salió por la puerta con un ojo sobre el pómulo y la cara ensangrentada. Lo asesinaron poco después. Eso debía haber sido Son Felicidad y todavía estoy arrepentido de haberle hecho esa pregunta sobre un recuerdo atroz de una época que se llevó media vida en olvidar, en borrar de su memoria prodigiosa. De palabras y de imágenes.
Todavía me duele haberle hecho esa pregunta esa tarde en el hospital de San Rafael, en los días que apenas ya se restaba para que expirara. No fue como cuando nos fuimos corriendo sus hijos a Madrid, porque Pilar nos dijo que se moría, y llegamos volando, estaba la habitación del hospital en penumbra, nos pusimos los cuatro hijos y Pilar alrededor de su cama, abrió los ojos y empezó a decir ¡mis hijos, mis hijos, mis hijos! y no se murió. Porque éramos su gloria y su sentir, su motivo para estar aquí cuando ya no teníamos al padre y ella no tenía a casi nadie que no fuéramos sus cuatro varoncitos y sus dos hembritas. ¿Cómo explicarle a Claudia, a Rodrigo, a Alonso y a Guillermo, que todavía no tiene cuarenta días, que existió esa niña que fue muchos años hija única y resistió contra la gripe española en la casa de su madrina porque su madre había enfermado, y pasaba temporadas en Paterna de Rivera, con su tía; que no tenía hijas, y se vino a Cádiz a cuidar a alguien a quien llamaba la tarde de su muerte, ¡madrina, madrina!, con voz muy lastimera, que hubo un tiempo en que incluso las mujeres fuertes, de gran personalidad e inteligencia, como mi madre, entregaban su vida por sus hijos, su marido, sus padres?
Sufría horrorosamente de muchacho con la idea de que mi madre muriera un día. Cuando se murió mi abuela, su hija, mi madre, se enfadó mucho y lloró toda una mañana mientras nosotros guardábamos silencio y no decíamos nada, hasta que se rehizo y dispuso las ropas que teníamos que llevar y todo lo que deberíamos hacer en el funeral. Estoy hablando de un día que forma parte del factor común de los días de mi madre, como cuando le llegó el trigémino. Su mansedumbre frente al dolor -insoportable- del trigémino llenaba la casa de silencio y preocupación. Aquellos primeros días del trigémino fueron el descubrimiento de la fragilidad humana, de que la vida es como un vaso que, si se cae al suelo, se rompe. Cocinar para una familia numerosa con ese dolor, y lavar y tender en la azotea sin resguardo de los vientos, y pensar en la compra con un pañuelo en la mano siempre en la cara, en una de las mejillas, era el retrato de mi madre. Pero todos estos días superpuestos, de la felicidad y del dolor, junto a los finales de la muerte eran los mismos días de un universo de mujeres como mi madre, las madres de mis amigos, de mis vecinos, las madres desconocidas que habían parido con dolor en sus dormitorios con la ayuda de una comadrona, y habían hecho una comida extraordinaria en navidad, y habían reído, se habían desesperado porque no les llegaba la paga y se engloriaban con sus hijos, el tesoro infinito de sus vidas.
Mi madre lleva siendo mucho tiempo un modo de estar sin estar, lo que guarda una lápida que reza que sus hijos no la olvidan no es la madre inmortal que habita en la memoria de los días y que ejemplifica el todas las madres que han emergido del recuerdo de mi madre, las heroicas mujeres anónimas, reinas de sus casas, obligadas a vivir en ese afán que había que revertir en luz y alegría, motivo de orgullo, de vida plenamente vivida.
No se merecía que le recordara a Sor Felicidad, nombre sin cara ni circunstancia alguna memorable, salvo su nombre que dije en mala hora pensando que por su significado le trajera los buenos recuerdos de una época que había vencido con la resistencia de la que hizo uso toda su vida. Jamás olvidaré el cambio de su cara, la mano que rechazaba el recuerdo de aquellos días. Y su modo suplicante de mirarme, que me rompió por dentro.
Verdaderamente he tenido una madre excepcional, una mujer extraordinaria, una inteligencia viva como estoy seguro que tuvieron otros muchos, casi todos. Por eso algunos días guardo un silencio interior en el que me refugio para hablar con ella, recordar sus palabras y dar gracias a la vida por todos los años que estuvo entre nosotros y voy poco a mirar la lápida que dice que sus hijos no la olvidan, allí constato una verdad, poco más.
Siempre hay flores.
25.06.2021