No creo que la empresa que en este momento posee los derechos de imagen de Camarón haya incluido Nevsehir en el plan de divulgación de nuestro genial paisano. Ni tampoco que Patricia Cavada sepa lo que ocurrió en esa ciudad hace pocos días. Nevsehir es una localidad de la Capadocia en donde se encuentra una impresionante institución dedicada al turismo y la producción artesanal de alfombras y tapices, de nombre Avanos Hali. Los turistas siguen atentamente las explicaciones de un guía que habla un español de mucho fundamento y gran dulzura. Digo que se empieza a mirar los capullos de los gusanos de la seda y los mecanismos de extracción de los hilos y se termina en una sala de telares en donde varias mujeres elaboran las famosas alfombras turcas. En una amplia sala el personal de esta institución muestra las distintas alfombras y tapices, verdaderos tesoros de la milenaria artesanía del Asia menor. Sirven un té de manzana y con las exquisitas maneras orientales muestran las distintas alfombras elaboradas.
Son ciertamente tesoros de impresionante belleza estas alfombras en las que se emplean meses para terminarlas.
Al grupo heterogéneo de españoles que esa mañana fuimos a Nevsehir, el encargado hispano parlante expresó una comparación explicativa inesperada. Mostraba una bellísima alfombra de muchos nudos y gran riqueza cromática. Dijo: En Turquía podemos hablar de dos tipos de alfombras, fundamentalmente; una que podríamos llamar clásica, como ésta, y otra étnica (señaló otra, muy diferente), hecha muchas veces en telares particulares, familiares. Para entendernos esta sería la alfombra Mozart (señalando la clásica) y a esta otra la llamaríamos Camarón.
Pegué un respingo, como se suele decir. No me lo podía creer. Un lugar de la Capadocia remota llamado Nevsehir tenía una gran superficie de fabricación y venta de alfombras con un responsable que conocía a Camarón y lo identificaba con lo étnico de un arte realmente singular, de mucho mérito: las alfombras turcas.
Recordaba el viernes esta anécdota oyendo los argumentos de Patricia Cavada para que el gobierno negociara con una empresa privada que tiene los derechos de imagen de Camarón por cinco años bajo un prurito de legalidad que me resulta incomprensible. Porque la ciudad ha firmado un acuerdo con los herederos por 50 años. Un acuerdo para que las pertenencias personales de Camarón, celosamente guardadas por su viuda e hijos en La Línea durante todos estos años, sean expuestas en un Museo en nuestra ciudad, la Isla de Camarón. Nevsehir es la muestra palmaria de que no se pueden poner puertas al campo. Decir que las alfombras "étnicas" serían las alfombras Camarón frente a las "clásicas" que serían las Mozart debería hacer pensar a algunos, y no precisamente en mandar a un propio a cobrar los derechos de imagen, sino a dar las gracias a quienes -por amor a Camarón- hacen que esté cada día más vivo y palpitante, como en Nevsehir. O como el alcalde isleño José Loaiza aquí en su pueblo, donde todo es tan difícil. Es que la política no puede ser el fango que decía el otro día la presidenta Susana Díaz, el fango que vi el viernes en el Pleno municipal…
Alfombra Mozart_
Alfombra Camarón_
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