Durante muchos años, muchos años, por esta ventana, enrejada, los presos miraban el mar. Era la sala alta de alineados de la Cárcel Real de Cádiz. Hoy es la Casa de Iberoamérica aquel edificio neoclásico que fue tardón de los gitanos, prisión de los payos y cárcel de todos.
La vieja sala interminable del suplicio de la prisión se ha convertido en superficie expositiva de lo mejor de Iberoamérica con motivo del Bicentenario de la Constitución de 1812 y la Capitalidad de la Cultura Iberoamericana para 2012. Lo que fue Cárcel la Alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, lo ha dedicado a la libertad mayor que hay, que es la de la creación artística.
El mar de la ventana es el mar que llevó a los gaditanos, a los españoles todos, a aquellas tierras descubiertas por Colón. Miro a través de los cristales ese mar y siento que soy el preso que miraba el mismo mar que miro ahora, contando los días para la libertad. Porque todo pasa y todo queda, como escribió nuestro gran poeta cotidiano.
Genial, que bueno, historia, foto, mar y poesia, Cadiz es único.
ResponderEliminarQué bonito lo dices, Enrique, pero qué bonito!
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