_____ Memoria de dos siglos
La improvisada autosatisfacción audiovisual de ayer me hizo pensar en Extremadura, y Murcia. También en Madrid y Barcelona. Rápidamente estuve poniendo en un imaginario mapa de la Andalucía actual (en otro tiempo llegaba hasta Barbastro) señales luminosas en cada localidad en donde nació o vivió un flamenco. Nueva York de noche desde el satélite. Habría que administrar con mucha prudencia el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad que nos hemos traído de Nairobi. Los españoles, digo. Por esto que estaba diciendo: por Extremadura, que tiene un flamenco excepcional; por Cartagena y Murcia. Por Madrid y Barcelona. Es que el Flamenco es como un río con muchoas afluentes que toman las aguas de muchos manantiales, de muchos territorios. Y por eso no es de nadie en exclusiva, sino de todos. Que es lo que es España, un territorio de todos.
Inmediatamente pensé en la memoria de dos siglos y en los registros de algo más de 100 años. Y en los mitos que modernamente ha generado el Flamenco. Digo en cómo cantaba Enrique el Mellizo, o el Planeta, el Fillo y Tío Luis el de la Juliana, que dicen que “creó” las tonás en el siglo XVIII, en Jerez de la Frontera, por cierto. Que algunos refieren como si los hubieran estado oyendo toda la vida de Dios.
Antes de tener el Título el Flamenco era ya un patrimonio inmaterial. Verdaderamente, siendo tan polimorfo, raro es que no haya estado subyugando desde siempre. Sobre las tablas de un escenario sobre todo. Digo los brazos levantados de una bailaora, o el taconeo de un bailaor lorquiano, como un mimbre su esbeltez, como una acelga. Digo la guitarra, que siendo un solo instrumento algunas veces suena como una orquesta filarmónica. Digo el cantaor que se rompe el alma en un tercio de la soleá o se ríe de su suerte por bulerías.
Han sido más de dos siglos destilando esta belleza para llegar aquí, a Nairobi, a una UNESCO que se rinde finalmente y declara que es verdad, que el ¨Flamenco es un Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La alegría de la flamenquería actual, tan sonriente en la Agencia de Sevilla o el Centro Andaluz de Jerez, hereda las amarguras de los flamencos perseguidos, de los gitanos llevados a galeras o a la construcción de La Carraca. O a las minas de azogue. Por la sangre llevan todo, por la sangre nos viene el dolor desgarrado de una seguiriya o la explosiva exaltación de la vida. Por alegrias, por fandangos, por la ida y vuelta de los cantes que llegaron a Cádiz desde la España del otro hemisferio.
La espuela no se clavará en el mundo sino en la propia tierra en donde crece esta luminaria, esa luz tan bella que nos ciega. Digo que ahora habrá que empezar a dar ejemplo.
Diario de Cádiz
El Pinsapar
2010 11 18_
Precioso...
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