Antes miraba que quería hablar. Ahora habla un discurso continuo que todavía no articula. Sólo "papá", "mamá". Pero sonríe y sigue mirándote que parece que te comprende. De hecho estoy seguro que comprende todo, y muy bien.
El nieto se sigue encaramando a la peña más alta de mi corazón para sentarse allí y señorear. Pesa más que un sueño incontenible, es ágil, elástico y fuerte. A la madre le digo que lo veo llevando el tractor de su otro abuelo. Y sonríe.
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