La imagen lo dice todo. Hubo un tiempo en que el mundo se codiciaba en una esfera, donde ponían sus manos los poderosos de la tierra para ser más poderosos, si posible fuera, o para seguir siéndolo.
La silla, espléndida, da fe del paso del tiempo. El sentado ha desaparecido. Queda la luz, el aire, el misterio. Está en todos los palacios, no sólo en este maravilloso palacio real de Sintra.
Portugal siempre tendrá indulgencia plenaria. Por ser un país asombroso, dulce, cercano, entrañable y bueno.
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