Fue una moda del buen gusto de la época, poner manos doradas, desmayadas manos doradas de llamador de las grandes puertas de las casas principales. En José del Toro está la casa de la Bella Escondida, en sus puertas las manos y dentro los tesoros de tres siglos de colección que hablan de lo que fue Cádiz.
Ahora las manos porque luego vendrá la Torre y lo que desde lo más alto de la torre se ve de Cádiz, el paraíso blanco de azoteas y el mar espejeando por donde llegaron los galeones de Indias y Filipinas, y salió España al encuentro con su destino histórico.
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