sábado, 26 de febrero de 2011

El Pinsapar/AYER NO DORMÍ


_______ Ayer no dormi

Ayer por la tarde mi amigo Curro me llamó por teléfono. Creo que sería poco más de las seis y media de la tarde. Sólo me dijo: pon la radio, ponla ahora, luego te vuelvo a llamar. Estaba en mi dormitorio y lo obedecí, puse la radio despertador de la mesilla de noche. Lo que oí me derribó sobre la cama. En el Congreso de los Diputados se estaba produciendo un golpe de Estado. En vivo y en directo. No podré olvidar el abatimiento que me sobrevino, sentado en el lado de mi cama, mirando sin ver el gris de la tarde sobre la bahía. Sentí una tristeza infinita y recordé algo que algunas veces he recordado a lo largo de mi vida en la contemplación de las grandes desgracias y las pequeñas catástrofes: no lloréis por mí, llorad por vuestros hijos. Lo refiere Lucas, el evangelista, como es bien conocido. "¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos!".

Hace 30 años tenía dos hijos. Jugaban ajenos a la angustia de la retransmisión de un golpe de Estado. Los miraba con el corazón encogido por la pena y la vergüenza. Hoy se solucionaba todo tras una noche insomne. Los diputados y diputadas salían ordenadamente del Congreso y algunos guardias civiles lo hacían por las ventanas, como ladrones. El bochorno ajeno había sustituido al miedo, la angustia y la desesperación. Y la tristeza.

La tristeza, cuánto tiempo hace ya, ay, apareció con su cara más patética y dolorosa en la tarde de ayer. Salí a la calle a ver la calle, que discurría con normalidad. Pero de pronto, desde la ventana abierta de un coche, sonó una marcha militar. Quien no esperaba que dijera tal, lo dijo así: ya era hora. "Ya era hora...". Todavía no había hablado El Rey a los españoles, no habíamos oído su "Confirmo que he ordenado..." y las noticias de Valencia, de los tanques de Valencia nos habían puesto delante del espejo más negro de nuestras vidas.

Ayer no dormí y esta mañana barruntaba que las cosas no habían ido en la dirección que parecía. No había música militar en las emisoras, la televisión informaba con bastante normalidad del asunto y todo parecía indicar que muy pronto se cerraría el primer capítulo de una historia lamentable.

Han pasado 30 años. Ayer oí hablar al ex general Alfonso Armada, de 91 años, con Carlos Herrera. El bucle no se ha cerrado, la verdad que conocemos está en las crónicas de Pepe Oneto y Martín Prieto, las crónicas del juicio de Campamento. Se condenó lo que el Tribunal juzgó conveniente y la vida española siguió adelante.

Han pasado 30 años de ayer y hoy, parece mentira.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2011 02 24_








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