sábado, 19 de febrero de 2011

DOS SIGLOS DE UN DISCURSO OLVIDADO


















______ El Conciso del día 20 de febrero de 1811, escuetamente, en una Nota final, informa a sus lectores: «El día 20 han terminado las sesiones de las Cortes en la Isla de León, y está señalado el 24 para celebrar la primera en Cádiz». Sorprendentemente, con una ágil narración del mejor periodismo, añade: «Con tan plausible motivo, el producto del Conciso de dicho día 24, sin deducción de gastos, será para la inmortal partida del Empecinado (¡!)».

Parece imbuida del llamado 'estilo castrense' la información de un hecho fundamental del que, posteriormente, conoceríamos el discurso del diputado Villanueva. La prensa de la época, tan activa, no recogió este discurso, entregado por escrito a la presidencia. Rezaba así: «Señor: A pesar de los desastres y horrores de esta guerra, ha tenido nuestra Monarquía desde su origen pocos días más plausibles que el de la instalación de estas Cortes: el día en que acaso por primera vez se presentó España al mundo sentada en el Trono con todo el esplendor de su majestad y grandeza, armada para su defensa de justicia, de honor, de esfuerzo y de constancia; pronta a sacrificarse por la religión santa, por su amado Rey, y por su propia independencia; intrépida entre los mayores peligros; confiada en que vengará los ultrajes hechos a su dignidad y a su piedad el Dios de los ejércitos».

Villanueva, diputado por Valencia, ciudad en la que se doctoró en Teología, había nacido en Játiva en 1757, llegando a ser predicador y capellán del Rey. Como tantos otros, sufre el contagio del ambiente que se respiraba en esos días en La Isla y Cádiz. La situación, tantas veces referida, era la de un asedio, un sitio. En el otro lado de la bahía los cañones disparaban a Cádiz y tras los baluartes de avanzada del caño de Sancti Petri, heroicamente defendidos por los patriotas, se encontraba el más temible de los ejércitos del momento, la Grand Armée. En ese clima de desconcierto y temor, de ilusión y esperanza, se habían sucedidos los trabajos constitucionales en La Isla. Quizá por ello, en el escrito del diputado valenciano se dibuja ese tiempo como «digno es del decoro de V.M. que se grabe este glorioso acontecimiento con caracteres indelebles que le eternicen, para consuelo y alivio de la Nación en las edades futuras».

La línea argumental del diputado se desarrolla implacable: «Al paso que la vil adulación, para afrenta del género humano en la persona de Bonaparte, erige monumentos públicos a la irreligión, a la rapacidad y la perfidia, esculpa V.M. en bronces, en mármoles, este brillante rasgo del honor nacional para estímulo de las virtudes patrióticas de España, que han excitado la admiración y la envidia del mundo».

Villanueva persigue «eternizar» el recinto en donde se estaba escribiendo la gloria de la libertad. Sus palabras son bien expresivas de lo que aleteaba en las conciencias de los diputados doceañistas: en el Teatro de Comedias de La Isla, «por primera vez», se ha «congregado» el pueblo español a abrir los cimientos de su verdadera grandeza y prosperidad. Por ello suplica que «no se arruine ni se desmorone, Señor, este edificio (...) ni menos decaiga de su dignidad, destinándose otra vez a diversiones públicas el que ha llegado a ser templo de la Patria». Añadiendo: «Por el decoro, pues, de la Nación española, por la grandeza de V. M. que la representa, por la salud del Estado (...) imploro la generosidad del augusto Congreso para que se digne aprobar la proposición siguiente: En el caso de que los dueños de este edificio lo cedan generosamente a la Patria, o convengan en ser recompensados por otro medio, sea en adelante una de las fincas de la Nación. Adórnese su fachada sencillamente, colocándose esta inscripción: ESPAÑA LIBRE: 24 DE SEPTIEMBRE DE 1810».

La historia como devenir ha mantenido durante mucho más de un siglo una mueca triste sobre las palabras de Villanueva. El Teatro de Comedias, antes de ser finca de la Nación, fue casi todo. No hace 30 años que se ha restaurado y convertido en recuerdo vivo de una época fascinante. Dentro se oyen algunas tardes las letanías de la libertad.

Mañana hará 200 años de ese discurso impresionante.

La Voz de Cádiz
2011 02 19_






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