Versalles |
Reflexión sobre el poder...
Dijo: L'Etat c'es moi. Y era verdad. Lo cual no fue óbice para que le cortaran la cabeza a su nieto y a Maria Antonieta, y dejaran morir al Delfín del Rey, años después, en una historia atroz de la que procura no hablarse. El escenario de su poder fue Versalles. Hoy refleja vagamente lo que fue aquello. Y abre las puertas, por un módico precio, para que podamos escudriñar los entresijos, captar los mensajes ocultos en los átomos del aire que no circula apenas por las galerías, las estancias, los centros de aquel poder con jardines y fuentes.
La tarde era andaluza de sol, el sol de la parte del interior del Guadalquivir. Digo plano, plomo fundido. Refulgían las cancelas y puertas, ardían los adoquines, quemaban los muros. Los jardines crujían, el agua quieta se evaporaba sin remisión. Era el tiempo lo único veloz de aquel recinto impresionante de poder.
Luis XIV seguía siendo un imponente y ridículo personaje de la historia, probablemente un hombre que un día se enfrentó a su propia conciencia. Y perdió.
Francia, te amo. Al modo español, pero te amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario