Con solo mirar de reojo lo que está pasando en Cataluña y lo que, Dios no lo quiera, puede pasar, me reafirmo una vez en que el mejor tiempo es el tiempo de la política. Frente a la tribu o la pedrada, frente a Caín, está el diálogo y la comprensión del otro, que inmediatamente deja de ser el enemigo para convertirse en el adversario. Lo digo a un lado y al otro del espectro, salvando el campo de minas que algunos han sembrado en el territorio que hay a un lado de la trinchera. Empujar en la sola dirección que hace el progreso y la felicidad de La Isla no es darle votos a Loaiza, para nada, es repartir equitativamente la gratitud de los ciudadanos, a partes entre los que los gestionan y los que ayudan a gestionarlo. Digo Loaiza, digo Cavada. Pero no, unos ponen bríos y otros ponen frenos. Para que nada se mueva, todo esté quieto. Que es el estado perfecto para derrotar al adversario/enemigo aunque sea pegándole a los ciudadanos inocentes. ¿Predicar en el desierto? Probablemente.
Empezando por lo último. Si la Junta de Andalucía acaba de recibir el Hospital de San Carlos, tras meses y meses de negociaciones correosas y difíciles, pedirle que en una semana, dos o un mes o dos o seis, haga del Hospital un centro de pleno rendimiento es desconocer las posibilidades reales de la gestión hospitalaria pública. Es que ni se dispone de los fondos ni se puede establecer una estructura para las clínicas de especialidades o la de Urgencia. Pero claro, la tentación de decirle a Susana Diaz cuatro frescas por la inacción o la lentitud es superior a la comprensión del fenómeno, el tiempo que se necesita para poner en circulación un hospital, con lo que eso conlleva.
El tiempo de comprensión se torna en tiempo de escepticismo y depresión cuando uno ve que el otro lado no está por la labor, bajo excusas que a nadie convencen, de meter el hombro en otros asuntos que son su competencia. Por el temor a que se lo apunten los otros, me decía el viernes un inteligente amigo. No estoy de acuerdo, le argumenté. Lo que yo he hecho, lo que he contribuido a hacer o que se haga, yo lo digo, informo a mis vecinos, lo ejemplifico, lo muestro y lo demuestro. Sobre la cosa hecha y no sobre lo no hecho porque yo he procurado que no se haga. Ser elegido para el poder o para la oposición al poder es ser elegido, que es lo importante. Y los electores tienen derecho a conocer lo que yo hago con sus votos, que son los que me ponen ahí, en el salón de plenos municipal. Es lo que también falta a esta ciudad, que todos pongan el reloj en la hora del tiempo de la política, el tiempo de cuenta conmigo, alcalde, dime en que podemos ayudarte para hacer grande La Isla.
Ingenuo, iluso, equivocado. Estoy seguro que no. Para nada. Los que se equivocan son los que no hacen de este tiempo el tiempo del diálogo, la política y la democracia.
Diario de Cádiz
Calle Real
2014 10 05_
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