_____ Desánimo
Puede que sea el síndrome post-ferial, como si fuera el ya catalogado en la literatura médica como el post-vacacional..., o sea, el desánimo, la apatía, la melancolía mórbida que nos asalta cuando se vuelve del sol, la playa, las noches interminables de días que no terminan, el calor, la luz maravillosa del sur (que sea) y se vuelve al norte (que sea), en donde enseguida llegan los fríos, las neblinas, los días breves y las noches tempranas y solitarias, la noche con la que uno se acuesta y la noche con la que uno se levanta...
En otros tiempos de La Isla a mí me asaltaba el síndrome post-ferial (aunque no tenía ni idea de que se llamara así ni sabía lo que era un síndrome). Era un estado de postración psíquica con mucho parecido a los tristes eneros que enseñaban sus fauces tristes casi al recogerse la modestísima cabalgata de Reyes Magos... Mis peores anginas (puede que ayudadas por este triste síndrome que desconocía en cuanto tal) se daban entre el 10 y el 30 de aquellos eneros, con sus fiebres y las penicilinas que mi buen padre me ponía a su pesar, que no le gustaba pinchar a sus hijos...
Ahora, en la bahía global (ayer Dulce Pontes y Estrella Morente en el castillo de San Sebastián gaditano; cualquier día en un festival, una terraza puertorrealeña o portuense, una salida a Chipiona, o Sanlúcar, una cenita con los amigos que te invitan en el campito de Chiclana), no hay tanto lugar para lo post-ferial y sin embargo un similar desánimo se percibe por las calles y plazas de La Isla. La siempre animosa Mamen Pedemonte, y sonriente, debería tenerlo en cuenta. Desánimo sobre desánimo, para muchos, la negativa a considerar la firma del no al tranvía por la calle Real o las esperanzas puestas en el nuevo PGOU. No hablo de la tabla objetiva de asuntos desalentadores, comunes a muchas otras ciudades y pueblos de España, sino de los propios, autóctonos isleños. Pero no sé, no sé... ¿Estoy dando pábulo a una mentira inducida o, por el contrario, los cañaíllas de toda clase y condición estamos encantados de habernos conocido y felices por la marcha de la ciudad, lo bien que lo hacen nuestros gobernantes, el futuro prometedor que nos depara el destino? Hay que ser patriotas de las patrias de uno, lo sabemos quienes siempre hemos sido grandes patriotas cañaíllas, pero hasta los más conspicuos me paran y me cuentan sus cuitas y dolores, su llanto interminable sobre lo que somos habiendo sido lo que fuimos...
Diario de Cádiz
Calle Real
2008 07 27_
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