El día y la hora sólo se sabe en lo alto. Creemos en esto porque nunca entenderíamos el terrible accidente de la T4 sin esta convicción. Lo cierto es que ese día no fue nuestro día ni esa hora fue nuestra hora. Porque apenas una semana antes habíamos aterrizado allí 26 personas, peregrinos a la Tierra en donde aprendimos que el día y la hora se sabe solamente en lo alto.
Cuestan las palabras, duele el silencio. Palabras y silencios son cristales clavados en el interior del pecho. Digo que cada aspiración, duele. Cada expiración, duele. Seguimos hacia adelante porque estamos aquí para seguir caminando, seguir respirando. Caminamos hacia ese día y esa hora que sólo se sabe en lo alto porque nosotros no sabemos nunca ese momento en que todo se detiene y se hace oscuro. Por eso necesitamos del amor. El amor es la rendija de luz, el áncora que no cesa, la rueda que camina, y camina, y camina.
153 víctimas... Dios las lleve a lo alto, y les dé la vida eterna.
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