_______ Palmas desaparecidas
En el bullicio infantil de esto Domingo de Ramos se superpondrá el domingo imaginario en el que unos niños son contemplados por sus padres portando la alegría de las palmas en la procesión de La Borriquita. No es un recuerdo vívido, no, es una imaginación más de esos familiares que se manifestaron el otro día en la Plaza del Rey de España con su testimonio de dolor escrito en unas pancartas y su petición desesperada de ayuda para que encuentren a sus hermanos, a sus hijos, a aquellos bebés robados en los paritorios, los blancos ataúdes vacíos y la impunidad.
Siempre hay un envés de la alegría, es la mosca impertinente, la nube negra, el pariente sin gracia, la desgracia por venir. Los bebés robados. Y hoy Domingo de Ramos, que es el día grande de los niños con palmas que convierten las calles cañaíllas en un Jerusalén de colores, de ilusión y de músicas, están también esos niños que no están pero que no han sido olvidados, ni llorados, ni perdidos… del todo.
¿Por qué no hacer del júbilo de las palmas el grito contra el olvido, la desmemoria y la impunidad? No nos ponemos fácilmente en la piel de los otros, digo de las madres a quienes les dijeron que sus hijos habían muertos y que mejor no verlos, que ellos se encargaban. Porque, una vez más, somos tan buenos, ¡tan crédulos!
Hemos aprendido en estos últimos años algo más que rudimentos de muchos “derechos”, digo la prescripción, por ejemplo; la defensa “de oficio”, la iniciativa popular, la acción del ministerio fiscal… Es tan sólo un ejemplo. Por eso sabemos que, con tantos indicios, las “autoridades” debían y podrían dedicarse con ahínco a esta búsqueda de la dignidad, de la justicia y de la felicidad de familias amputadas en beneficio de no se sabe muy bien qué cosas.
También hoy es el día de La Columna, esto es, del principio de un martirio. A esa columna estamos atados también todos y a todos nos esperan muchos martirios aunque no sean tan sangrientos, mortales e injustos como el que dieron al Hijo del Hombre. ¿Ni más de dos mil años después encontraremos los medios de saltar sobre la infamia?
Tengo delante de mi ese grupo de familiares de los bebés robados en el nacimiento. Piden en silencio, en el grito de sus pancartas, la devolución, la justicia, el encuentro. Solo eso. Porque en unos casos quieren dar explicaciones innecesarias y en otros dan la vida por un abrazo interminable.
De La Salle sale el gentío que aclama al Mesías sentado sobre un pollino que llamamos en La Isla del Señor “Borriquita”. Es una procesión infantil de palmas en donde no fueron esos niños que habían sido robados al nacer o del que no sabemos, no saben los suyos que ni los olvidan ni desesperan, solo perseveran hasta el momento del encuentro, el momento de la verdad. Hoy más que nunca, en este Domingo de Ramos en todos los pueblos del mundo, convertidos en el recuerdo de Jerusalén.
Diario de Cádiz
Calle Real
2014 04 13_
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