Venían y se iban las olas, como suelen. Estaba allí con mi cámara para, sobrepuesto del esplendor del mar en este rincón secreto del Cantábrico asturiano, tomarles el alma una a una. El lapso no fue mayor de 20 minutos. Todo ese esplendor fue inusitado. Otra facies más de la belleza de España...
📷 Enrique Montiel
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