Sabíamos -quiero decir que habían anunciado que llovería entre las 12 y las 16... Y así fue. Ya por las carreteras de la ría empezaron a caer gotas sobre el cristal, la lluvia fina que nos obligó a poner los parabrisas. Pero esta parte de Galicia es bella en gris y en technicolor, como Galicia entera. El verde gris del otoño o los verdes múltiples de la primavera, con la gama del mar por las rías, y el cielo agrisado o sucio de este tiempo, conforman una de las estampas inolvidables.
Pero también hubo días de sol, de sol más que tibio, y entonces con las hilachas de algodones de las nubes y el azul luminoso, Galicia se viste de gala, es un lujo de la mirada, es un traje que encaja perfecto. Mas en Mugardos llovió sobre el mar, sobre el paseo del muelle, sobre el caserío. Y los mejillones, por lo menos eso, los mejillones, eran los que recordaba de cada vez. Al vapor no tenían parangón. En Mugardos...
📷 EMS
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