Subir a Montparnasse es obligado. Primero se entra en la basílica del Sacre Coeur, y se recupera uno de la subida, penosa siempre con sol de París, sentado en uno de los bancos. Se celebraba una eucaristía. Un sacerdote africano presidía. Dos religiosas de voces angélicas cantaban la misa. Había recogimiento, respeto, pese al trasiego de turistas con sus cámaras digitales. Y cuando se sale, bajando la escalinata hacia la antigua iglesia románica, tan humilde, se llega a la plaza en donde están los pintores. Unos pintan ajenos al tráfago, otros esperan vender sus lienzos. Y los bares circundantes venden carísimas las cervezas frías. Desde esa atalaya se descubre el secreto del atractivo de Montparnasse, este París de la altura, discreto, modesto, pueblerino...
Me encantó subir y luego bajar hacia un restaurante del boulevard, donde nos dieron una carne "grillé au point" muy sabrosa, con el vino de la semana, o del día, ya no sé. Un vino del Loira tinto en una pequeña jarra, sí, muy bueno... La pena fue no poder comprar el cuadro, el coche negro, magnífico... Y no me dejaron hacerle la foto, pero ya la había hecho.
Oh, Paris... Siempre Paris...
(Ahora leo a mi amiga Mercedes... Ay, me he confundido con los Monts, me dice... Lo ignoro pero es posible que Montparnasse, a donde me llevó, para rezarle a César Vallejo por la Madre España, para que no caiga -digo, es un decir- dejara una huella tan honda en mi ánimo que Montmartre se abajara a esa altura de París en donde duermen los músicas, los poetas, los prohombres que un día tuvieron la voz y la palabra... Me encanta que cuide por mi la amiga fiel de tantos años, mi siempre cercana Mercedes... Modifico el título, pero sólo un poco... Sonrío...)
¡Cuidado Enrique! El barrio al que te refieres (con la Basílica del Sacré Cœur) es Montmartre. Montparnasse es el barrio del cementerio donde está la tumba de Vallejo. Te liaste con los "Monts" de París. Un beso muy fuerte de tu amiga.
ResponderEliminar