Estuve allí, en el Teatro Villamarta. Lo vi con con mis ojos. Lloré ya desde Juanillorro, el más cabal intérprete de los cantes de Tío Borrico. Tía Juana la del Pipa me enloquece, siempre. El Zambo me maravilla. Capullo de Jerez me sorprende continuamente. Y El Torta, como el Y Sevilla del poema de Manuel Machado. Cuando hizo las alegrías de Camarón y La Perla a su modo me crujieron los huesos. Noté que el Villamarte enloqueció. Es lo que tienen algunos artistas excepcionales. Por eso sólo debo decir... Y el Torta.
Ahora, las fotos geniales de Paco Sánchez me traen la atmósfera de aquella noche, la verdad genuina del flamenco que se derramó del frasco de las esencias más preciadas esa noche. En el Villamarta, Jerez de la Frontera.
Un siglo de Tío Borrico, la evolución de la especie humana, desde el Génesis, para llegar a este estado de arte inefable, absolutamente único en el mundo. El Flamenco.
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