_____ Tiempo de despescas
Alguna vez he escrito aquí de mi hermano Pedro. Fue uno de los héroes de mi infancia. Subía a la azotea de mi casa a mirar las estrellas, oler el aire. Entonces decía palabras mágicas, como "Mañana, a la Clica". Al día siguiente cogía la caña de pescar a una hora inconcreta y volvía al anochecer con un cesto lleno de peces.
En el verano, los gatos de la vecina iglesia de San Antonio bajaban la calle, mi calle, y mi madre decía: Ya llegan tus hermanos. Mi hermano Pedro y mi hermano Antonio, efectivamente, aparecían al poco rato con los cestos llenos de peces y los gatos alrededor, esperando su parte del festín.
Cuando he contado esto a algunos he pensado en García Márquez y su realismo mágico. El descubrimiento del hielo en Macondo tiene mucho que ver con el oler el aire de mi hermano Pedro para saber que había que ir a la Clica, o al Puente de Hierro, o a sitios que siempre desconocí.
Ahora me escribe un e-mail, como el otro día, para decir que "si yo tuviera una columna en Diario de Cádiz escribiría "Tiempo de despescas", refiriéndome a los esteros...", porque algunas tardes juega al dominó con unos amigos en Chiclana que tienen esteros y está viviendo una segunda juventud oyendo las palabras de ese mundo de magia en que los gatos bajaban al socaire de un festín cierto. "Estoy viviendo una segunda infancia -me dice- oyendo palabras como compuerta, cañón, guirigay, paila, nasas, chiquero, pozas... Me hacen feliz y me remontan a aquellos años..."
La magdalena de Proust, a veces, es una palabra-ganzúa que abre la estiba del corazón. Pero como quiera que el tiempo pasa sobre nosotros que no sobre sí mismo, hay ahora un nosotros que alerta y previene. Así mi hermano Pedro me dice al fin para lo que quería mi columna del Diario, "porque me gustaría hacer una denuncia del abandono por parte de la Administración de este pescado de calidad, la nula ayuda que se le presta a estos hombres que quieren mantener la más antigua de las tradiciones y ven como poco a poco las vueltas de fuera se destrozan por el efecto de las pleamares ante la pasividad de Costas..." Se lamenta y remata con un desgarrador "estamos perdiendo nuestra identidad, y si Dios no lo remedia..."
Digamos que en el p.s. me pide que escriba de esto porque tiene una fe inmensa en que si me lee Manuel Chaves, o Zapatero, va a arbitrar inmediatamente un algo que impida que se caiga este edificio de una infancia feliz en que mi madre, viendo que los gatos bajaban la calle, decía "Ya llegan tus hermanos". Porque las "vueltafuera" se desvanecen, y así no se puede...
Diario de Cádiz
El Pinsapar
2008 12 18_
No hay comentarios:
Publicar un comentario