(...) Acudo a la presentación del siempre penúltimo libro de mi amigo -que lo es de veras- Enrique Montiel. El título ya asienta una perimétrica declaración de intenciones: ‘La carta del cielo’.
Enrique es académico de varias Reales Academias: un hombre de espíritu renacentista que sin embargo nunca había coqueteado con el amour fou de la poesía. Enrique se ha vaciado de armas y bagajes autobiográficos. No confunde barroquismo con retórica. Ni la artificialidad con lo ampuloso. Se desmarca de toda cáscara formal. Para superponer el tono lírico con la meditación que no pretende alistarse en el nihilismo de los ocasionales aspirantes al Parnaso. Un escritor, sí, regresado.
Diario de Jérez
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