________ Sinopoli y Pepe Oneto
Una vez que estuvimos sentados en La Mallorquina Pepe Oneto y yo, como tantas veces en tantos años, hablamos de Sinopoli. Gran parte del tiempo que compartíamos lo hacíamos de música, que era nuestra gran pasión. Pepe me contaba los conciertos a los que asistía por medio mundo y yo le hablaba de discos, en los que estaba más al día que él. Fue cuando me dijo que había oído en el Teatro Real El Bolero de Ravel dirigido por Sinopoli. Notó mi entusiasmo por el director veneciano y me contó que el concierto de Madrid no había sido de unánime aceptación por el público. Le dije -protesté- que no lo entendía, porque las óperas que yo oía con asiduidad y las grabaciones que había hecho de Strauss y, sobre todo, de Mahler eran apoteósicas.
Pepe Oneto tenía en cuenta mi opinión siempre. Y yo lo tenía en un altar. Mi amigo-hermano, tan generoso siempre, tan amigo… Sin duda sabía que Giuseppe Sinopoli había fallecido en 2001, en Berlín, en el foso del teatro dirigiendo el Tercer Acto de Aida. Un infarto fulminante del que no pudieron sacarlo, pese a los esfuerzos de los servicios médicos del teatro alemán. Se trataba de alguien ciertamente excepcional, pues había estudiado Medicina, especializándose en Psiquiatría, disciplina en la que se doctoró en 1972. Para dedicarse en cuerpo y alma a la Música, como compositor y, sobre todo, como director, que lo fue de las más importantes orquestas del mundo.
Hablábamos mucho sentados los dos en La Mallorquina de música, ya decía. Él era, digamos, muy sinfónico y yo más camerístico. Abría mucho los ojos hablando de Bruckner, Brahms y Beethoven, por supuesto de Mahler… Yo era más de Haydn y Schubert, y de la parte camerística de los grandes de todos los tiempos. Estábamos al cien por cien de acuerdo en un músico concreto, JS Bach y, naturalmente, en la Banda de Infantería de Marina, sobre todo aquella Banda que dirigió el gran e inolvidable Manuel Galduff Verdeguer. Porque Pepe Oneto llevaba a la Isla como muchos llevan a un país portátil por el mundo. Y en esa Isla, resumen de su infancia y juventud, la infancia y juventud de un melómano, estaba la Banda de Galduff, la Banda de Infantería de Marina de los conciertos de La Salle, de las calles cañaíllas.
El año se lo ha llevado y yo sólo tengo desde entonces el poema de Miguel Hernández a su amigo Ramón Sijé, un empujón brutal te ha derribado… He estado en silencio, no he podido con mi pena, por su grandeza segada y por toda una vida en la que compartimos mucho y, sobre todo, mucho cariño y mucha amistad. La amistad era eso, era Pepe Oneto. Adiós, 2019… Sólo me consuela las palabras bíblicas: Muerte, he ahí tu victoria.
No deberíamos olvidarlo nunca.
Diario de Cádiz
Calle Real
2019 12 29_
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