Soy más de Haydn que de Chopin, sea la verdad por delante, pero cuando descubrí los Nocturnos algo pasó dentro de mí. Comprendo a los chopinianos irredentos, entiendo las lágrimas que salen de los ojos incontroladas. Chopin va al nervio, directamente al nervio. Y duele, o te eleva.
Los Nocturnos puede que sean las partituras de Chopin más versionadas, más admiradas por los intérpretes. Y de entre todos, Rubinstein. El mejor, dicho sea con toda la modestia y sinceridad del mundo.
Una música, un intérprete...
Arthur Rubinstein
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