📷 Antonio Atienza
____ El cuadro
Verdaderamente, si no contáramos con el cuadro de José Casado de Alisal (Palencia, 1832) puede que no tuviéramos el imaginario de una multitudinaria ceremonia civil y religiosa, a la que tan dado somos los españoles, de la Iglesia de San Pedro y San Pablo de la Villa de la Real Isla de León de 1810. Le ocurre igual al cuadro de Michelena “Miranda en La Carraca”. O a los grandes lienzos pintados por David que reflejan el esplendor del Napoleón más imperial. Esto lo vio una persona realmente dotada para la escena, Manuel Foncubierta. Que haya sabido encontrar en la sabiduría y bondad de Jaime Aragón la arquitectura histórica del día no resta un ápice al talento demostrado para recrear una jornada histórica a través de ese cuadro famoso del juramente de los diputados ante el Cardenal Borbón en nuestra iglesia mayor el 24 de septiembre de hace dos siglos.
Cuando pasó el desfile, y Los Reyes y el Teatro de las Cortes oían el extraordinario discurso de José Bono, el gentío que había vitoreado a Don Juan Carlos y Doña Sofía, se hizo con la totalidad de la calle Real y abarrotó esa iglesia del juramento. Porque sabía que un grupo importante de actores aficionados, adiestrados en las últimas semanas por la perseverancia y el buen hacer de Manuel Foncubierta, realizaría la recreación histórica del día de hace dos siglos. Asistí casi en primera fila (por cierto junto a un seminarista croata de la diócesis de Tanzania y otro cañaílla, muy cercano a la ordenación) a la recreación del Juramento y no salía de mi asombro por la voluntad de estos hombres, ataviados con los vestidos de la época, metidos y su papel, dando vida a una jornada absolutamente singular de nuestra historia local y nacional.
El día luminoso, la presencia de las altas dignidades del Estado y de Los Reyes, la gente participativa y hospitalaria, tenían para mí, en esa iglesia abarrotada, el broche de oro. Porque el pueblo cañaílla, hoy como hace 200 años, prestaba su concurso y su emoción a la gran gesta histórica del 24 de septiembre.
No sabía entonces que el grupo teatral de la recreación había preparado en el atrio del ayuntamiento otra interpretación esencial, la constitución de las Cortes, la elección de su primer presidente, los discursos de Muñoz Torrero y Luján, la reacción del presidente Lázaro de Dou ante el plante del Regente, a quien destituyó las Cortes ya constituidas en soberanas. Como decía, el asesoramiento del dr. Aragón, uno de nuestros historiadores punteros, y el gran talento escénico de Manuel Foncubierta, pusieron un auténtico broche de oro al día. Pero claro, faltó la grandeza de este gobierno local actual realmente mezquino para con gentes como Foncubierta, generoso y desprendido. Con su pan se lo coman. Porque privó al pueblo de asistir a una representación maravillosa de un día maravilloso. Como se merecía. No invirtiendo en una verdadera puesta en escena, no poniendo sillas en la plaza, tratando a un grupo nobilísimo de actores aficionados como si fueran titiriteros. Más o menos.
Diario de Cádiz
Calle Real
2010 09 26_
No hay comentarios:
Publicar un comentario