La foto -bellísima- de Belizón nos da una idea de las esquinas de Cádiz, esquinas de baluartes, fuertes, castillos, farallones, garitas, fosos... Recinto murado, nunca inexpugnable, una vez fue destruido por el inglés, hasta 1810 en que, con su Real Isla de León, se convirtieron en la España toda y detuvieron el ímpetu del francés, dedicándose a escribir la primera página de libertad de todos desde las revueltas comuneras o el grito del apóstol Santiago. La libertad de Cádiz fue el grito libertador de los otros españoles, los españoles del otro hemisferio... Pero sólo quería poner esta foto, tan impresionante, la foto de una garita de vigilancia del mar de Cádiz, el camino de América, por donde se pone el sol, lo que fue Non Plus Ultra, en los confines de la civilización mediterránea...
En Cádiz las canteras son canteras marinas, y el aire es el aire húmedo del mar, y la risa es risa de olas que van y vienen, sin descanso. Cádiz es todo lo dichoso, que dijo Alberti. Tenía razón.
Con Sevilla -dijo un poeta y ganadero- forma la otra mitad del mundo, que se divide en dos partes, como es sabido: Sevilla y Cádiz.
Pero no se hace daño haciendo así, ni diciendo esto. Porque no hay ciudad más abierta estando más rodeada de mar y barbacanas, y fosos, y troneras, y bloques, y minaretes, garitas y cañones sin disparar que Cádiz.
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