miércoles, 11 de julio de 2007

El Pinsapar / LA VERDAD DEL EDSPEJO














_______ La verdad del espejo

Esta mañana he visto en el espejo el rostro atónito de Miguel Ángel Blanco. Me he frotado los ojos, incrédulos. Al volver a mirar vi el de su padre, transido de dolor, de impotencia y de tristeza. Mi imagen me era devuelta en la imagen de su padre. No daba crédito. Cada nueva mirada me devolvía una imagen diferente del drama. Su madre. Su hermana. Su novia. Soy Miguel Ángel, y soy su padre. Mi familia, uno a uno, han cambiado sus rostros por los rostros del drama, representados en este espejo inmisericorde. Frente a la imagen de Ortega Lara recién salido de un zulo de ETA, como un ciego a tientas por la vida, desventurada figura en el límite de allá de la ignominia, Miguel Ángel Blanco estaba a punto de ser el muerto que iba a ser yo, con su muerte. El asesinado por dos tiros en la nuca. Por ETA. Congelo todos los recuerdos en esta baraja amarga de cartas de un tarot sangriento para no preguntarme preguntas. Las preguntas de diez años después. Después de España entera movilizada, con las manos levantadas. Primero pidiendo la vida de Miguel Ángel, de Ermua, concejal del PP, de 25 años. Luego pidiendo justicia. El espíritu de Ermua, el peligroso espíritu de Ermua, o sea, unidad completa contra el terrorismo de ETA, unanimidad contra ETA. Cumplimiento de las penas. Todo el poder de la Ley contra esta gente execrable que lo asesinó, sin mezcla de arrepentimiento alguno. Y que quiere seguir matando a otras personas que van de su corazón a sus asuntos, concejales del Partido Popular, catedráticos de universidad, parlamentarios socialistas, inmigrantes que descabezan un sueño en el aparcamiento de la T-4, gentes que entran en un centro comercial, familias de guardias civiles que duermen tranquilamente ajenas a este espejo inmisericorde que –fíjense bien- acabará devolviéndonos sus rostros anteriores, sus rictus de ese presente que se aleja. 

En la pura verdad de este espejo que hace 10 años y esta misma mañana me ha devuelto los rostros de Miguel Ángel Blanco, y de su padre, y de su hermana, de su madre, de su novia... Y la multitud que fuimos, hace sólo 10 años, este parpadeo que no espanta el intacto horror que siento ahora. Arcadas me dan de algunos que luego vinieron presas de su propio cálculo, de su propia cochambre moral, de su escasa estatura humana. Para presentar proyectos de bilateralidad o ensayos de ignominia con el horizonte recién puesto de una mentira enorme. En vez de decirle al horror sin corazón que ha puesto en mi espejo de hoy el rostro de Miguel Ángel, el lema del Dante: Abandonad toda esperanza...

Tengo los ojos secos, creedme. Como muertos.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2007 07 11_

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