sábado, 23 de agosto de 2025

El Pinsapar fds / LA SELVA NEGRA



_________ La selva negra

Llegamos en avión a Zurich y un autobús nos llevó directamente a Rheinfall, las famosas cataratas del Rin. Una preciosa tarde de sol, por cierto. Y el ruido del agua y su espuma blanca que se precipitaba a un fondo de más de 20 metros de altura. Desde ese espacio hermosísimo, iniciamos la visita a Alemania con una parada en la ciudad alpina de Titissee, junto a un lago de ese nombre, el lugar en donde he visto juntos más relojes de cuco en el mundo, de todas las clases y tamaños. Y casi sin continuidad, ya me veo en la Selva Negra, Schwarzwald, famosa por sus densos bosques de altos abetos de hoja perenne. Tengo allí un trozo de mi alma, todavía. Hicimos un recorrido amplio, suficiente para ver lo que significaba ese lugar mágico de más de 11.000 kilómetros cuadrados pertenecientes al Estado de Baden-Württemberg, uno de los más bellos de la Alemania del sur. Pero refreno la melancolía romántica que me asalta recordando sus maravillosos pueblos, el precipitado de cultura que es todo aquello. Para centrarme en lo que ya entonces me pareció todo un hallazgo, una novedad. Yo venía de España, digámoslo así. Una geografía pletórica de bellezas igualmente. Digo montañas, ríos, bosques, enclaves mágicos. Gran parte de la cual es hoy ceniza, desesperación y sentimiento de fracaso, visión de desastre.

El “bosque negro”, como decían los viejos romanos, era algo insólito, un lugar cuidado al extremo, con miradores en los lugares estratégicos, miradores construidos con madera. Y, sobre todo, sometidos a una vigilancia constante de jóvenes, sobre todo jóvenes, que recorrían los senderos provistos de apoyos que a su vez cogían las hojas secas, las ramas caídas, los papeles, todo lo que fuera susceptible de arder, afear y poner en peligro un lugar lleno de magia, de historia y en donde se encontraban muchos de los pueblos más bonitos de la República Federal y de toda Europa. Ya entonces lo pensé, era el modelo exportable para los montes de Galicia y de León, para los lugares que en estos días son la crónica amarga de España. Lo dije entonces en estas páginas, no ha servido de nada.

La desolación y la lágrima son el lugar común, los muertos por los incendios, esta incuria fatal, esta politiquería rampante. Penoso y lamentable, sin duda.

Diarios Grupo Joly
El Pinsapar -fds-
2025 08 23_


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