______ Hoy miraba la lotería´
Ayer fue un día especial. Durante años, quiero decir. Era el primer día de vacaciones escolares. En la radio sonaba la salmodia de esperanza que siempre fueron -en pesetas- los niños de San Ildefonso. En la infancia el despertador era mi madre. Y el primer día de vacaciones, también. Porque sonaba el sorteo de Navidad se abría la primera caja de polvorones de cinco kilos y mi madre la ofrecía abierta para que cogiera uno, atención, uno, el que quisiera. Mi madre, digo, de estoica fue siempre una maestra de austeridad y contra la glotonería. Luego, pero ya más tarde, con el café con leche volvía a ofrecer la caja surtida. Y también la dejaba olvidada para mis hermanos y para mí, realmente voraces todos. Mientras sonaba, seguía sonando en la radio, la letanía particular de esa oración de lo santos que era el sorteo de Navidad. Pero era hoy el día de la esperanza, hoy, el día en que mi padre abría el Diario de Cádiz tamaño sábana con la lista de la Lotería, que miraba con parsimonia y suma atención.
-"Nos dejará salud el Niño Dios, como cada año. La salud es lo más importante que hay, hacedme caso", concluía. Con estas palabras indefectibles mi padre borraba los deseos previos al día de la Lotería. Y las promesas hechas, conditio sine qua non. Digo que algunos días antes te interpelaba directamente.
- "A ver, Enrique, tú que quieres si me toca la Lotería".- "Na, papá".- "No, no, eso no vale. Tienes que pedirme lo que más desees".
De verdad, no recuerdo el petitorio anual, sólo el procedimiento. Pero se repetía cada año, como la constatación ulterior del premio de la lotería de verdad de tener salud, que no es que fuera lo más importante sino lo únicamente importante. Sobre todo cuando llegó el trigémino a mi madre o llegaron otros sufrimientos a la familia.
Era hoy el día de la realidad, el día de la alegría de los otros. Cuando llegó la tele lo pudimos ver en blanco y negro, el champán rebosando las copas y la gente dándose grandes abrazos y afirmando que por fin podría "tapar algunos boquetes" en pueblos ignotos de la geografía de España. El humilde pueblo español, abnegado siempre. Manifestando su alegría con lágrimas y tapando boquetes enseguida que pudiera cobrar el billete premiado, la participación. Los niños de San Ildefonso son la infancia de los españoles, con su soniquete y sus voces características.
Pues nada, como siempre, lo importante es la salud. Si hubiera caído algo a su casa vendría pero lo importante es lo importante ¿verdad?
Diario de Cádiz
El Pinsapar
2014 12 23_
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