domingo, 25 de febrero de 2024

Calle Real / LA HIGUERA DEL PUENTE

 

________ La higuera del puente

Lo poético tiene estas partidas, uno ve algunas cosas y se convierten inmediatamente en la materia de los sueños. En verdad, va buscándolas uno. No siempre se ven ni están a la vista. Es más, a menudo pasan desapercibidas, como escondida que aguarda la mano de Lázaro, su levántate y anda. La higuera que crece en uno de los ojos del puente de Zuazo nunca me pasó a mí desapercibida, ni la explicación. El agua que llega a San Fernando pasa por un tubo que está unido al puente, y pierde agua. El agua que pierde ha ayudado al nacimiento de una higuera, y a su desarrollo. Decir la higuera que crece en uno de los ojos del puente de Zuazo ya es un extremo de lo que intento decir. Son las palabras que lo refiere, lo describe y lo redacta en bonito. Lo poético. Letraherido que es uno desde chico, siempre ha puesto en palabras los hechos, los sucesos, los acontecimientos más nimios que no lo son nunca para el que los sueña. Suelo decir alguna vez, cuando rememoro mi infancia a alguien, que yo he visto el hambre, que conozco su olor, su tristeza de mirar. Porque veía subir mi calle rumbo al Comedor de la Señorita Antonia (Márquez), que se tomó muy en serio el mandato de Cristo, da de comer al hambriento. Lo hizo casi toda su vida. De lunes a viernes pedía y los sábados y domingos servía y daba comida a los pobres en la vieja iglesia de San Antonio, a la que también le creció una higuera en la parte de la pila de bautismo. La higuera no sólo es árbol bíblico sino que aparece en la materia de los sueños. Lo cierto es que en aquella iglesia de San Antonio, a la que se le habían caído los techos, solía haber decenas de gatos. La señorita Antonia (Márquez) y una vecina llamada Gloria, delgada, canosa y siempre vestida de negro, ponían en la puerta comida por el sol y la lluvia, la comida que comían. No he referido aún que en esa mi calle había una panadería, bendición de olor a pan muy temprano, pan caliente.

Pero me estoy desviando, por la poesía y su misterio de apariencia, de que el tubo que traía el agua a la Isla debía estar roto en más de un sitio, de tal manera que caía el agua, por las paredes de sus ojos, a la salobre que llevaba el caño desde La Carraca a Sancti-Petri, o viceversa. Y ahora van a arreglar esa avería después de tantos años, tantas poesías inéditas y esa higuera simbólica de la desidia, la incuria y la ausencia de consecuencias, de la impunidad. El dogal de la sed es el responsable, no nosotros, que hicimos versos o miramos para otro lado. Como con tantas cosas.

Diario de Cádiz
Calle Real
2024 02 25_
📷 Talin

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