

_________ Un olvido
Diario de Cádiz
Hoy podemos considerar que ha terminado la semana del 2 de julio, que fue una semana inolvidable de hace 30 años. El mismo día 2, cuando supimos muy temprano por las radios que Camarón había muerto en Badalona, fue el día del estupor, sonaron todos los teléfonos, la gente no daba crédito. No se lo podía creer la ciudad, estaba en shock, muy pocos esperaban tan pronto desenlace, ni el desenlace mismo. El día 3, que fue cuando llegó el ataúd con el cuerpo de José Monje Cruz al puente Zuazo, fue el día del dolor. La Isla vio cómo vino gente de todas partes, gente alucinada y enloquecida por la pérdida del cantaor, especialmente los gitanos de España. El día 4 fue su funeral en la iglesia del Carmen y su inhumación en el cementerio isleño. Vinieron las autoridades y los curiosos pero, sobre todo, una muchedumbre verdaderamente apesadumbrada, dolorida, perpleja, acompañó hasta la puerta del cementerio a la comitiva de los llantos y la desesperación. Fueron tres días de un sol cegador, de una calor extraordinario. Sudor y lágrimas serían las dos palabras definitivas para es lapso del tiempo en la ciudad. De todo esto se ha hablado, de algún modo, en estos días. El colofón tuvo lugar al pie de la sepultura. Un gitano se rompió la camisa negra que llevaba puesta y grito al hondón de la fosa el grito que nos heló la sangre a quienes estábamos allí: “¡Camarón! ¡No te vayas!”.
Algunos de estos hechos se han recordado durante estos días en que han venido a informar de los 30 años sin Camarón grandes comunicadores españoles, diarios, emisoras de radio y de televisión. Mas cuando lo he rememorado, lo he recordado, he percibido con claridad que hemos cometido una injusticia: Antonio Moreno. El entonces joven alcalde andalucista se encontró con una avalancha, una muerte inesperada y una ciudad abarrotada de gitanos y payos, todo el universo camaronero que pudo allegarse, más los grandes artistas flamencos, y los otros. Sus días fueron de gran responsabilidad, y febriles. Organizó su velatorio en el Salón de Plenos, atendió como pudo a todos los que llegaron con un micrófono, una pluma, una cámara. Recibió a las visitas, estuvo al pie del cañón, que era San Fernando, hasta que la gente se despidió de la ciudad del dolor y del luto. Dispuso el suelo del cementerio para el enterramiento y preparó los trabajos previos, que se estuvieron haciendo hasta poco antes de su inhumación. Sería interesante conocer las facturas de café, leche, azúcar y agua mineral de estos días aciagos. Pues así se mantuvieron en pie el alcalde Antonio Moreno y sus colaboradores más directos. Sí, tuvo un papel importantísimo en que todo saliera mejor que bien. Y la ciudad lo ha olvidado 30 años después. ¿La dureza de la política es la responsable? Pues Patricia Cavada demostraría grandeza si dispusiera para esa Alcaldía tuviera un correlato de Justicia, para que Antonio Moreno tengo pronto lo que le corresponde y se merece de gratitud de San Fernando.
Calle Real
2022 07 10_
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