domingo, 27 de octubre de 2019

Calle Real / DESPEDIDAS



______ Despedidas

Vete, octubre, hasta el final de luto… Este endecasílabo resumiría el conjunto de las pérdidas. A las despedidas de Ángel Torres Aleu y Pepe Oneto Revuelta hay añadir las de José Martínez Pepiño y de Pascual O’Dogherty… Demasiadas despedidas, demasiados grandes cañaíllas se han ido. Lo pensaba oyendo las palabras interiores que el P. Galán pronunciara en el tanatorio isleño ante el ataúd de Pepiño, el pintor que se fue a París para volver con su nostalgia invencible de la ciudad a la que vino con sus padres -desde Ferrol- a los tres años. Pensaba yo en el silencio del responsorio, si González Barba estuviera con nosotros, qué gran pérdida siempre para la Cultura y la Ciudad Pepe González Barba, haría diez años que se hubiera inaugurado una gran exposición antológica de José Martínez Pepiño. La Isla habría contemplado lo que sin duda había sido una gran historia de amor de un pintor para con el paisaje de la ciudad. El Arte exhuma lo mejor del corazón del hombre, extrae el jugo del amor a la belleza, descubre las imágenes ocultas en las rutinas de lo cotidiano. Increíble el salto entre las primeras noticias de Pepiño y el momento de la despedida del pasado viernes. Formaba parte de aquel grupo estupendo de cañaíllas entusiastas, amantes de la Cultura, el Arte y la Libertad. Eran, ya decía, los José González Barba, Juan García Cubillana, Germán Caos, Antonio González Muños, Fernando Miranda, Alberto Otero, Alberto Orte Lledó, Alberto Agudo Luengo, muchos otros, voluntariosos, entusiastas, competentísimos… Venían del derrumbe de la Patria -la grande y la pequeña- y se habían puesto el mono del dique, el mandil de la tienda, la bata del médico, la chaqueta y la corbata del profesor, el uniforme del marino, se habían vestido con los atuendos de todos los oficios y profesiones… Pepiño había superado el imán imposible de la ciudad para saltar a París, de donde volvía con sus éxitos y sus obras, que tanto admirábamos. Lo despedimos el viernes junto con la noticia del fallecimiento en Madrid del Contralmirante Pascual O’Dogherty, sabio de una familia de sabios, a los que San Fernando le debe gran parte de las matemáticas que sabe, como a los Garófono y Pontigas y otros, surgidos de ese templo de sabiduría científico matemáticas llamado Real Instituto y Observatorio de la Armada en San Fernando.

Por lo menos cuatro nombres nuevos deberá tener el callejero de nuestra ciudad en los próximos meses, señora alcaldesa: Ángel Torres Aleu, José Manuel Oneto Revuelta, José Martínez Pepiño y Pascual O’Dogherty Sánchez… Es lo menos que se puede dar a todo lo que dieron por llevar el nombre de la ciudad mundo adelante, que todos la han amado todos los días de su vida, sin sombra alguna, con pasión absoluta. Descansen en paz.

Diario de Cádiz
Calle Real
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domingo, 20 de octubre de 2019

Calle Real / EL TRES POR CIENTO

 

________ El tres por ciento

Por fortuna, el problema de Patricia Cavada no es el que le tiró a la cara a Jordi Pujol, entonces Molt Honorable President, en el Parlamento de Cataluña, Pascual Maragall. No se lo esperaba nadie aunque era el sonido del agua de todos los ríos de España. Su problema es el tres per cent, le dijo a un atónito Jordi Pujol, temido y temible presidente de la Generalidad. Se formó un escándalo mayúsculo. Maragall había movido la ciénaga catalana. Ha pasado el tiempo y estas cosas conviene no olvidarlas. Pujol ha dejado de ser honorable y ya ha habido condenas por aquel tres por ciento que resultó ser mucho más. Y lo que hay ahora, si no es que no creemos en las coincidencias. Por encima de los 250 millones de euros se estima la fortuna de la Familia Pujol Ferrusola fuera de España.

Pero no, para nada el problema de Patricia Cavada es el tres por ciento que ha subido al IBI, de alguna manera tiene -pienso yo que piensa ella- que llenar el boquete de dinero que ha significado el robo de la Caja Municipal, que estiman en más de siete millones de euros, por cierto sin la apertura del juicio tantos años después, no sé si acabarán prescribiendo las actuaciones. Digo que el tres por ciento, cuya cuantía total ignoro, en la mente de la alcaldesa isleña deben ser cosas hechas con las cuales presentarse de nuevo a la ciudadanía y justificar su labor política.

La política de los socialistas consiste en subir los impuestos y luego distribuirlos entre todos. Y una ciudad es un entre todos, no cabe duda. Porque todos circulan por las calles, se sientan en sus parques, reciben la misma agua del grifo y si hay fuegos artificiales todos pueden gozarlos por igual. Y eso se hace con dinero. El del IBI y el de todos los impuestos y tasas que se ingresan en la Caja Municipal (ya no en metálico, gracias a Dios). Pero… El 3% más del IBI es otro más a todos los más que sufre la sufrida clase media y que asfixia a los menos favorecidos, porque es verdad que ya sólo la muerte y los impuestos son las verdades inmutables.

Esto es repetirse pero uno ve las ruinas de la antigua Casa de la Cruz Roja y la Casa Lazaga y confirma que sólo inyectando dinero se evita el derrumbe y se le da el uso que mejor se estime. Detrás de cada actuación hay que poner dinero. Digo en los parques, en las calles imposibles, en el pintado de los pasos de peatones, en las jardineras y otros mobiliarios urbanos, en el traslado al nuevo Palacio Municipal de la Administración municipal, en la Cultura, en las Fiestas…

¿Justifico el 3% del IBI? Para nada, sólo me resigno. Quizá porque pienso en el Robo de la Caja Municipal, que me subleva.

Diario de Cádiz
Calle Real
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domingo, 13 de octubre de 2019

Calle Real / OCTUBRE, OCTUBRE








____ Octubre, octubre

Y sin embargo se mueve, Eppur si muove afirmó Galileo ante el Tribunal de la Inquisición. Fue una retractación de su teoría heliocéntrica frente a la defendida por la Iglesia católica de su tiempo, que afirmaba que el planeta tierra era el centro del universo, no el sol. Y sin embargo se mueve, insistía Galileo. ¡Y tanto que se movía! Con un doble movimiento, sobre sí misma y alrededor del sol, de donde los días y los años. Lo saben hoy los niños de Primaria pero entonces se había impuesto una verdad absoluta con una todopoderosa Iglesia detrás, que tenía el poder completo sobre la salvación de las almas y lo ejercía hasta en estas cuestiones ajenas.

Aquella Iglesia, como otras de hoy, o como todas, tendía a un pensamiento único. totalizador. Tenía que ver con las creencias, que se convertían en dogmas, leyes de hierro, pues, que debían cumplirse bajo los peores tormentos. Del más acá y del más allá.

Escribo ayer, día de la Hispanidad. Y suelo recordar lo que me sucedió a finales de los ochenta del siglo pasado cuando corregí a un periodista mexicano que me acababa de entregar su curriculum para poder trabajar en la Expo’92.

“¿Cree, señor, que tengo posibilidades?”, me preguntó. “Por supuesto”, le respondí. Entonces él, con un gesto humilde, agachando un poco la cabeza, me dijo con el suave y dulce acento de su país: “Es que como soy extranjero…”. Le repliqué de inmediato: “¿Quién te ha dicho que un mexicano es extranjero en España?”. Me miró fijamente, como incrédulo y sorprendido. Y vi cómo le salían lágrimas de los ojos…

Así la Hispanidad, como el eppur si muove de Galileo. Sobre una España en la que un sucedáneo de Iglesia totalitaria quiere imponer su teoría de inexistencia una realidad tozuda se mantiene, como lágrimas que no se pueden contener o como tantas experiencias que todos tenemos, bien de nuestras visitas a países hispanoamericanos o de los encuentros con nuestros parientes de aquel continente, que tienen nuestros apellidos y hablan nuestra lengua, para perpetrar mentiras o para rememorar todo lo que nos une.

La realidad discutida y discutible de un imbécil es una obstinación y un empecinamiento de los hechos. Fue ayer, ya decía, el día señalíto de la hispanidad, en donde ha vuelto a afirmar, pese a todas las penas del infierno y los martirios, un Galileo en castellano que España existe y ha sido partera de naciones, creadora de una lengua de 500 millones de personas, pese a los nuevos inquisidores subido a las azoteas de sus casas y las torres de sus iglesias para decir que el mundo no excede a lo que ven sus ojos.

¿Es mucho pedirte, querida alcaldesa, que restituyas en la estatua de la entrada de la ciudad, el nombre de España a los que dieron su vida por ella en África y que arrancaron los andalucistas en su tiempo contra Galileo? Sería un buen modo de celebrar la Hispanidad de la Isla.

Diario de Cádiz
Calle Real
2019 10 13_