_____ El triunfo de Cádiz
Durante años y años, Teófila Martínez y sus colaboradores, en medio de dificultades, con escasez de medios y una voluntad imbatible por celebrar como se merecía dos siglos de la Constitución de 1812, la Constitución de Cádiz, establecieron las cuadernas de una conmemoración que no tenía que ser el tirar por la ventana la herencia ni la hacienda, que no tenía que ser la explosión de artificios que deflagraran el cielo nocturno, ni el endeudamiento de una ciudad de muy escasos recursos, porque no se hacía una Exposición Universal, ni unas Olimpiadas... Se pretendía, desde el principio, rendir un homenaje a la Libertad desde la Libertad. Y que contara, en primer lugar, con el respaldo ciudadano pero, sobre todo, con el concurso de la Nación heredera de la Nación nacida en Cádiz, la España de los ciudadanos que no era ni debía ser de "ninguna familia ni persona", sino de los españoles.
Ayer, en la plaza de España, junto a la multitud que curioseaba ministros y dignidades y gritaba vivas al Rey y aplaudía con cariño a la Reina, vi el triunfo de Cádiz, el éxito del trabajo que Teófila Martínez y sus colaboradores de todos estos años ha realizado, el establecimiento de las coordenadas reales de la celebración y de la conmemoración. Porque el Estado se desplazó a Cádiz, como hace algo más de 200 años, y en Cádiz, ante la comunidad iberoamericana que ayer era la España de ambos hemisferios, reconoció el mérito indudable de aquel intento por encauzar la participación política de los españoles y el estatuto de libertad que llevaba dentro el largo articulado de la primera Carta Magna que nos dimos, se dieron nuestros antepasados doceañistas.
Es cierto que no ha llegado el AVE a la plaza de Sevilla, ni que se pudo remodelar la plaza de Sevilla; es cierto que no se han tendido los tableros del puente ¿de la Constitución de 1812? ni tampoco se avanzó lo que se quería avanzar en el Castillo de San Sebastián, ni está ultimado el Parador; es cierto que la Carta a los Reyes Magos no ha sido atendida del todo todavía, pero tampoco nos trajo "carbón". Porque nos llegó el luminoso día de ayer, el éxito de un acto realmente cívico, realmente sencillo y grande, como unos discursos en un maravillosamente restaurado Oratorio de San Felipe Neri que pusieron en el aire de España y de Iberoamérica la voluntad de reunirnos de nuevo los herederos de aquellos españoles de ambos hemisferios, con el pretexto de Cádiz, en Cádiz, para establecer el itinerario sin vuelta atrás de un nuevo encuentro en la igualdad de una comunidad de 600 millones de almas.
Cádiz ha vencido de nuevo al invasor que quiso nuestro desánimo y nuestra rendición. Y vendrán otros días felices.
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