No es esta obra inmortal del veneciano, no es la capital imperial ni su maravillosa tradición musical, es que del cielo no bajan solo las mortajas sino la lumbre del genio, esta luz que resplandece y traspasa las fronteras, los horizontes y los siglos...
Se llama Pavel Sporcl y toca un violín azul. Pero no, no es su violín azul, no es Vivaldi ni Saint-Säens, es el genio encarnado, es la sorpresa absoluta de este músico impresionante. Prestadle atención, no es necesario que me lo agradezcáis porque yo ya se lo agradeceré mientras viva a quien me lo mostró, me dijo de su existencia, me enseñó su arte inconmensurable.
Pavel Sporcl_
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