_______ Flor de España
“Si entre aquellas ruinas y despojos /Que enriquece Genil y Dauro baña /Tu memoria no fue alimento mío, /Nunca merezcan mis ausentes ojos /Ver tu muro, tus torres y tu río, /Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!” Lo escribió Luis de Góngora, el gran poeta cordobés de nuestro siglo de oro. Cualquier poeta gaditano podría utilizar la plantilla gongorina para la playa, Santa María, to Cádiz y la catedral, la Viña y el Mentidero. Y granadino para el Paseo de los Tristes, los palacios y jardines de la Alhambra y el blanco impoluto que corona sus sierras. Huelva de litorales y cotos, Jaén de olivares y renacimientos, Málaga bajo el sol, mediterránea; Almería, tan bonita en el incendio del mediodía. Y Sevilla, como en otro poema famoso, con un punto. Todas al mismo compás, en el mismo tendido. Cantaoras, cantarinas.
¿Esencia de lo que somos? Quiero decir los andaluces. ¿De nuestros pueblos y de España? Góngora ( Córdoba, 11 de Julio de 1561-23 de mayo de 1627) llamó a la ciudad califal patria y flor de España. Y apeló a la maldición de la ceguera si un día llegara la desmemoria. La desmemoria es una de las formas del desamor y para éste pedía el poeta el castigo de la oscuridad perpetua de los ojos.
Entonces no existía Andalucía, quiero decir la Junta, el Parlamento, el Estatuto de Autonomía, sino los andaluces. Que eran el resultado de los mil caminos del tiempo y de la historia sobre el ancho territorio peninsular. Nuestra habla no era “muy pura”, como afeó Valdés a Nebrija en una epístola gramática, pero veníamos de San Isidoro, y de Roma. Y lo que hubo antes, claro. Hasta el período mítico. El Islam fue un paréntesis que duró en Granada. Quedaron las palabras y las piedras obstinadas porque Santiago cerró España, mas no la inmortalidad de los versos de otro poeta andaluz esencial, Juan Ramón Jiménez: “Se morirán aquellos que me amaron;
/ y el pueblo se hará nuevo cada año;
/ y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado, /mi espiritu errará, nostálgico.”
Hoy es 28 de febrero y el calendarío lo señala como Día de Andalucía, porque no vamos a ser menos y porque los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos cuando éramos luciérnagas, antorchas, faros, espejos, soles incandescentes. Cuando éramos andaluces de nuestras propias naciones, nuestras patrias con torres y campanarios, llanos y sierras y algún río. Y teníamos un huerto florido y encalado, bajo la misma luz de ahora, y los mismos acentos del español que hablamos y que nos delata, nos señala: los andaluces.
“Sombra hecha luz, / que templando repele, / es fuego con nieve, / el andaluz.” Lo dejó dicho Luis Cernuda. Otro poeta. Es lo mejor que hemos sido. Los andaluces.
Diario de Cádiz
El Pinsapar
2008 02 28_