_______ El día después
Ayer fue el día después si hubiera sido el domingo ventoso que vivimos el día 24 de mayo, el mes que tiene las mañanitas tan dulces de dormir. Habría pasado todo, comenzaría el primer día del resto de nuestras vidas. O sea, como cualquier día. El resto de nuestras vidas. Habríamos votado, esperado los resultados, y el parado al paro, el trabajador al tajo, cada mochuelo a su olivo. Aquí paz, allí gloria. Conviene mirar las cosas así, creo yo. Cada cuatro mayos hay una elección local. Infalible. Las otras son a discreción, más o menos, las municipales son como una campanada que suena por el valle y llama a los pastores. Bonita estampa, no me digan, la iglesita de piedra con su pequeño campanario de una campana, levantada en el otero con su campanita que suena alegre por el valle llamando a todos a la celebración. Pues más o menos. El día después. Ya pasó todo. Despejada una incógnita. Un partido, un candidato fue el más votado. Otro partido, otro candidato, el menos. Entre medios unos más y otros menos. La radiografía del deseo de una ciudad, de unos vecinos. Las reglas del juego.
Conviene mirar así las cosas y no con esta cosa que uno va viendo, ¿esta inquina? Como si nos fuera la vida en ello cuando lo que se nos va es que confiamos más en unos que en otros y no nos dejan votar una lista abierta, no nos dejan votar un alcalde fuera de una lista. Ni nos dejan votar la semana que viene a quienes, superados unos porcentajes, no alcanzaron la mayoría establecida. Si ello se diera. No nos dejan. Como tantas cosas. Pero, vamos, durante muchos años no nos dejaron votar nada. O sí, había una cosa de tres tercios como mucho tiempo atrás no votaban las mujeres y mucho más tiempo atrás sólo votaban por censos. Esto del voto a muchos se les olvida pero ha sido una de las grandes conquistas de la humanidad y por eso si alguno le habla con sarcasmo del gran día electoral, de la elección en sí misma, desconfíe, no quiere que elijamos, quiere un dedo que nombre y aquí todos a la orden. Como casi siempre en la Historia. ¿Democracia? ¿Para qué?, dijo alguien que pensaba que esta democracia es una democracia “burguesa”, que es la clase que había que abolir. O sea, extirpar, exterminar.
Se comprende por qué algunos tachan de aburrida a la democracia más antigua y más democrática de las modernas democracias, la inglesa. Porque ya votaron, ya pidieron perdón y ya dimitieron
los perdedores. Y la vida sigue su ritmo. ¿Cómo aquí?
Diario de Cádiz
El Pinsapar
2015 05 12_
