domingo, 14 de marzo de 2010

El PInsapar / MIGUEL y LUIS



____  Miguel y Luis

Ayer dieron cristiana sepultura al cadáver de Miguel Delibes. En Valladolid. Con él desaparece uno de los grandes escritores españoles del siglo XX. No digo con esto que su obra esté detenida en el pasado siglo de los horrores, pero su estética, su contenido ideológico, su acercamiento a la realidad fue la de ese siglo periclitado. Descanse en paz y seguro estoy de que muchos españoles de bien han sentido esta pérdida como propia. Tuvo el afecto de los españoles, los premios más importantes de España. Sólo el Nobel le faltó a su palmarés. Hubiera sido mucho mejor para la Literatura española que para él mismo. Y el mundialmente conocido premio sueco habría lanzado los valores puestos en palabras, las palabras de su buen español de Castilla, de nuestra áspera España, tan dulce a veces, tan desierta otras, tan generosa y desprendida como envidiosa y malquistada en ocasiones. Finalmente la Literatura es un método de conocimiento, una pedagogía del vivir que apresa en los significantes los hechos de la existencia humana y de la obra del hombre y de la mujer.

Su muerte me ha traído a la memoria otra muerte, muy dolorosa. En vida los unió la crítica literaria por haber escrito novelas de cazadores. El mundo de Juan Lobón, Luis Berenguer, La caza, Delibes. Ahora ya en pasado podemos decir que fueron grandes novelistas, coetáneos, que se respetaron siempre pero que la vida, con su eterno juego de dados, separó hace 30 años con la muerte de nuestro paisano. Recuerdo como si fuera ayer que llamamos a Miguel Delibes para que nos dijera unas palabras del novelista ferrolano-cañaílla. Fueron entrañables, sinceras. Como de tal señor. No fueron las únicas. Umbral, Grosso, Caballero Bonald, Quiñones, José Luis Tejada, Aquilino Duque, otros muchos dejaron su testimonio para nuestro consuelo. Porque solo teníamos desconsuelo en los días tristes del septiembre de 1979 en que se nos fue Luis Berenguer. Hoy tendría 84 años.

Ya están juntos en la eternidad como vienen estando juntos en los manuales de literatura que hablan de la novelística de los seres puros, incontaminados, que asisten impotentes a la desaparición de su mundo de palabras que nombran los objetos y los sentimientos de la naturaleza más prístina. Pero ya sabemos que, desde las primeras líneas del Génesis, solo lo que se nombra cobra existencia: Dijo Dios "hágase" y se hizo. Y Dios llamó… Solo lo llamado, lo nombrado, cobra existencia. Trasunto de Dios el novelista también dio vida a lo que llamó con palabras. Como Miguel Delibes, con su enfermedad llevada con tanta discreción y dignidad como llevó toda su vida. Como Luis Berenguer, que nos dejó llamando al misterio de la vida y de la muerte, el misterio del Dios del que creemos que no se mueve una hoja del camino sin su voluntad…

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2012 03 14_

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