viernes, 13 de noviembre de 2015

15 DE NOVIEMBRE, LLEGA EL FRÍO














____ Llevo mi propia estadística. El 15 de noviembre llega el frío. Hoy llega el frío. Ayer no lo sabía y adelantarse a algo tiene esta desventaja, la venganza de ese algo que no quiere adelantos. Pero muchos años atrás llegó el frío mediado el mes de noviembre. Digo que había sol y playa llena (hablo de la nuestra) y al día siguiente, pun, nada de rebequita, el armario de invierno sobre la cama para elegir las prendas adecuadas. Y la letanía de la gente, qué frío, Quillo, de ayer a hoy. No apuesto pero esto está a punto de suceder, que el frío llega. Y con él los días grises y el recuerdo de las fiebre y amígdalas en la cama mirando la ventana gris de la tarde. Ya digo, muchos sedimentos de la memoria de los quince de noviembre apareciendo el rostro inclemente del invierno. Esto no es frío, decía mi padre. Había vivido en sitios fríos para hablar así pero nosotros, ay, en esta intemperie estábamos tiritando. De esta ciudad que amo siempre guardo estos recuerdos de noviembre y los otros de los largos días oscuros de después de Reyes, porque la Isla se encogía más que recogerse. El alumbrado entonces era tenue, las calles cerca de lo lúgubre, como el NoDo, en blanco y negro.

Es inútil, pienso, contar este cuento (como dicen los venezolanos amigos, ahora encerrados en sus casas por lo que allí hay) a quienes no lo han vivido y por lo tanto no recuerdan nada ni, es posible, que se paren a mirar si fue posible que existiera aquella ciudad de los años 50, y 60, y 70… Del siglo pasado. Es inútil, incluso no crean que el 15 de noviembre, hoy, entra el frío oficialmente en nuestras vidas por la Isla de Camarón. Y de Sara Baras. Y de Niña Pastori. Y del Chato de la Isla. Y de Luis Berenguer. Y de Ángel Cousillas. Y de los directores del Real Instituto y Observatorio de la Armada en San Fernando. Y de los ministros de Marina que rezaban el rosario sentados plácidamente en un banco de la Alameda. La Isla de los caídos por España. La Isla gloriosa que puso los muertos por la Patria asediada, esquilmada, aherrojada. Mi pueblo.
 
Sí, llega el frío, seguro. Parece que hay una ilusión pero ya estamos tan golpeados por los fríos y los desengaños que ojalá la pequeña yesca de esta ilusión haga un incendio y el frío de hoy, las dificultades de todos estos años no sean la película que veamos una vez más, no sea Lo que el viento se llevó, que llegue el frío pero no el viento que todo se lo lleva. A la ciudad de al lado, a la que está más lejos. Digo que lo que llegue, o nos anuncian que llega, llegue realmente. Para la causa de nuestra alegría. Que todo no sea este frío que apretará cuando baje el sol al mar de cada tarde. ¿Literatura? Concédanmelo. Hartos estamos de la prosa vulgar de tantos años.

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