viernes, 11 de mayo de 2012

GRITÉ... GOOOOOOLLLLLL!!!!!

______ No, definitivamente no soy un hombre al uso en el sentido de las grandes pasiones. A estas alturas de mi vida sé que puede que la Música sea la mayor de todas, y luego la Pintura. O puede que la Poesía más que la Literatura tengan la precedencia, si la Literatura no fuera la Poesía. Me fascinan las montañas, ahora que lo pienso. En la raya entre los personal y lo no personal, si ponemos esta marca, desde luego el Fútbol no ha figurado nunca entre estas pasiones que te arrebatan. He sido toda mi vida del Club Deportivo San Fernando de cuando era niño, no sé si me explico, y del Atlético de Madrid salvo el período Gil, que estuve abochornado y me sentía Pedro, el pescador de Galilea, cuando lo señalaron con el dedo en los tristes días de Jerusalem. Digo que entonces decía yo "No, no lo conozco". Y si metían el dedo en la herida -¿Pero tú eras de ellos?- yo lo negaba tres veces.

Como todas estas cosas nacen en la infancia he decir también que he sido siempre del Athletic de Bilbao. No sé si muchos lo negarán tres veces, como yo lo negaba cuando le cayó encima al Club de mis alegrías ese señor al que la muerte que lo acoge me evita calificar, pero el Athletic era, cómo decirlo, la raza española. Por eso, la otra noche, sentado solo ante el televisor viendo el espectáculo de Bucarest, mis emociones se debatían entre el deseo del triunfo de mi equipo y la súplica de que no fuera una derrota demasiado total de los bilbaínos. Sin embargo, cuando los madrileños metieron el tercer gol un desconocido impulso atávico que no sabía poseer me hizo levantar de la butaca en donde plácidamente veía el partido al mismo tiempo que gritaba ¡gooooooollllllll! Pero me senté al poco de aplaudir mucho, yo solo que estaba, y volví al silencio monacal de mi interior que se compungía viendo las lágrimas de esos grandes jugadores bilbaínos a quienes esa noche no les salió la gabarra de la inspiración.

Que había asistido a un hecho insólito y a una noche mágica tuvo su colofón cuando los vencedores consolaban a los vencidos, cuando los vencidos se abrazaban a los vencedores. Evidentemente si fútbol es fútbol, como dicen que decía uno de esos últimos Aristóteles del Balón, es Bucarest en el minuto 91 de lo que hablamos: uno de los partidos más emocionantes que he visto en mi vida.



Bucarest
Final Europa Leage
2012 05 09_

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