lunes, 2 de abril de 2012

LO CLAVARON EN LA CRUZ































Literalmente lo clavaron en una cruz, lo alzaron y lo dejaron morir. En verdad la lanzada al costado apenas mitigó el sufrimiento, ni el dolor y el escarnio. Roma no conocía la misericordia, ni el perdón. Ya sabían que un imperio no se construye con gasas sino con sogas, con hierros, no con sedas. Y construyeron el primer gran Imperio. Pero no hagamos disquisiciones ni nos vayamos por tangentes agradables. Lo clavaron en la cruz. 

Y por eso muchas veces hemos clavado en la cruz a otros, hemos sido clavados en esa cruz imaginaria de donde no mana la sangre. Coge tu cruz y vete. Sí, esta es la semana de la cruz. La cruz que lleva a la muerte y la muerte que, para quienes creen y para quienes no creen, que no alteraría para nada el hecho, conduce a la resurrección y la vida eterna. Todo está muy bien pero lo clavaron en la cruz, lo asieron al madero para que muriera en presencia de todos, junto a dos ladrones. Tres hombres clavados en tres cruces. Me avergüenzo de esta condición criminal, despiadada, homicida y cruel que nos concierne. Porque era un cuerpo, un hombre. Había sido azotado, mofado, vilipendiado... para que se resumiera finalmente su aliento en una cruz de madera. Clavado. 

Me cubro la cabeza con el manto. No quiero verlo. Todavía me alcanza esa vergüenza...

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