jueves, 20 de agosto de 2009

VIAJAR. LUGARES. RECUERDOS (5)


Flandes es maravilloso... 
(Continuará)

VIAJAR. LUGARES. RECUERDOS (4)



Bruselas con lluvia...
Fascinante...

VIAJAR. LUGARES. RECUERDOS (3)



Foto de autor...

Es el Louvre, esa maravilla. La Sala en donde se expone La Gioconda, de Leonardo da Vinci. Hay guardias de seguridad, y seguridad. Tanto que no se puede uno acercar a un cuadro que, además, está tras un cristal blindado. Blindado contra todo: bipolares, fotógrafos, enfermos de la fama, locos de remate... Estampa contemporánea, sin duda, de mitómanos, curiosos y turistas con una máquina de fotos digital. 

Invito a su contemplación, de la foto. Observen los atuendos, las miradas, los gestos. Es una foto de autor, solo que muy mala. O muy buena, según se mire.

VIAJAR. LUGARES. RECUERDOS (2)

Heidelberg


















Puente de Heidelberg, estoy pensando...

La ciudad universitaria más antigua de Alemania, a orillas del río Neckar. Su centro histórico, el castillo, el Paseo de los Filósofos, su antigua universidad… y su imponente puente de piedra roja, conocido popularmente como Puente Viejo. El nombre oficial, Puente Carlos Teodoro, identifica al principe que ordenó su construcción en 1786, en el mismo lugar en el que antes había estado situado un puente de madera del siglo XIII. Dicen que una inundación se lo llevó por delante en 1784. Fue reconstruido en 1970.

El acceso por el extremo del puente que da al casco antiguo es atravesando la famosa Puerta de Carlos, parte que fue de las murallas medievales de la villa. Junto a esta puerta, se halla la pequeña estatua de un mono que, dicen, es una de las imágenes más fotografiadas en una ciudad en la que cada rincón, cada detalle, es digno de guardar para siempre en nuestra retina. Será que la tradición se impone: si lo tocas, tendrás buena salud y volverás a Heildelberg. Ojalá.

VIAJAR. LUGARES. RECUERDOS (1)

Versalles

Reflexión sobre el poder...

Dijo: L'Etat c'es moi. Y era verdad. Lo cual no fue óbice para que le cortaran la cabeza a su nieto y a Maria Antonieta, y dejaran morir al Delfín del Rey, años después, en una historia atroz de la que procura no hablarse. El escenario de su poder fue Versalles. Hoy refleja vagamente lo que fue aquello. Y abre las puertas, por un módico precio, para que podamos escudriñar los entresijos, captar los mensajes ocultos en los átomos del aire que no circula apenas por las galerías, las estancias, los centros de aquel poder con jardines y fuentes.

La tarde era andaluza de sol, el sol de la parte del interior del Guadalquivir. Digo plano, plomo fundido. Refulgían las cancelas y puertas, ardían los adoquines, quemaban los muros. Los jardines crujían, el agua quieta se evaporaba sin remisión. Era el tiempo lo único veloz de aquel recinto impresionante de poder.
Luis XIV seguía siendo un imponente y ridículo personaje de la historia, probablemente un hombre que un día se enfrentó a su propia conciencia. Y perdió.
 
Francia, te amo. Al modo español, pero te amo.

lunes, 3 de agosto de 2009

Calle Real / CERRADO POR VACACIONES



_______ Cerrado por vacaciones

Los ojos cierro. Por vacaciones. Los lleno de sol, mar y nietos, mis adorables Rodrigo y Claudia. Sonríen y ríen sin parar, respetan el agua. Digo que cuando vienen las olas, ya rotas, a la orilla corretean para volver. Como el poema: me voy pero me quedo, desierto y sin dinero. Como yo mismo, que nunca me voy del todo. Estoy aquí anclado, en este piélago muchas veces triste, lo que sería más soportable si sólo fuera eso, lo malo es cuando se torna mezquino, se tiñe de lo bueno soy yo y pongo una raya en el suelo para separar el grano de la paja, como si fuera grano el grano y paja la paja. 

Gabo llamó Macondo a un poblado de adobe y cañabrava a donde un día llevaron el hielo. La Isla llamo yo a otro poblado de roca ostionera donde una vez hubo una fábrica de hielo, salían barras grandes, blancas, heladas, que una camioneta repartía por los bares. Y hubo también otra fábrica de gaseosas -De Celis-, y tahonas visibles, obradores en donde batían el merengue y hacían una crema de batata dulce con la que rellenaban las mediasnoches. Y aquella Ibense de cuando Rosita era una sonrisa juvenil que hablaba valenciano con sus padres, donde conocí la horchata y la limonada y los cortes americanos.

En aquella Isla de la memoria indeleble jamás las doncellas podían competir en esbeltez con las acelgas, que dejó para la eternidad mi poeta Juan Mena, qué grande... y en donde Rafael Duarte cincelaba las metáforas más brillantes de la lírica. Las prosas las pusieron mis inolvidables Antonio González Muñoz, José González Barba, Germán Caos… Mucho antes de que Luis Berenguer, mi maestro, saliera con la escopeta al hombro junto a Juan Lobón, mucho antes...

Había músicos, y músicas. Y terrazas de verano donde soñábamos con otra ciudad que devino en esto, y otra España que acabó llegando. Más o menos. Y trabajo, dignidad, bálsamos para las viejas heridas y un horizonte que se abría en días como éste, al pie del mar que era más ancho que la mirada, playas de lentos relojes de arena, y cines de verano. Dios míos, sobre todo eso, cines de verano… No había otro espacio de felicidad mayor que el atardecer que se acercaba Colón arriba, hacia Madariaga, salvo quizá los domingos de gloria del Club Deportivo, la hinchada ronca de gritar, exhausta de aplaudir a sus héroes.

Los ojos cierro, por vacaciones. Y se me llenan de todo esto, de la Isla que morirá conmigo. ¿Debo pedir perdón por la melancolía?

Diario de Cádiz
Calle Real
2009 08 03_