jueves, 18 de octubre de 2007

El Pinsapar / BORIS



_________ Boris

En los veinte años, paralelamente a mi lectura apasionada de En busca del tiempo perdido, leía una biografía extraordinaria de Marcel Proust. El agudo observador, el complejo relator de la vida interior de la alta burguesía francesa del XIX, el gran psicólogo social, uno de los novelistas más importantes de Francia en toda la historia de su literatura, y de los más grandes de la Literatura universal, era un hombre enfermo, homosexual, judío y rico que había sido un niño entre algodones, rodeado de mujeres que lo atendían con religiosa dedicación, un maduro ocioso que nunca trabajó en nada salvo en la construcción de un universo narrativo impagable, haciendo un esfuerzo sobrehumano más hijo de su talento formidable que de sus menguadas fuerzas por el asma, la enclenque constitución y la vida vivida.

No pretendo comparar a Marcel Proust, definitiva y justamente catalogado como uno de los más grandes de la novela de todas las épocas, con Boris Izaguirre, el ex marciano de Sardá, el simpático venezolano encantado de conocerse, maravillado de su homosexualidad y querido por un público definitivamente cotilla que lo sigue y lo jalea y lo estruja por donde quiera que va. Pero tampoco lo contrario. Quiero decir que el hecho de que se gane la vida en los platós de televisión haciendo un tomate refinado (ahora) o un show escandaloso (antes) no es aval, ni lo contrario, para que descubramos en él a un gran novelista.

Planeta nunca defrauda, o muy rara vez. Que este año empaquete a un novelista serio, un contrastado escritor, como es Millás, con el celofán simpático y mariquita de Boris Izaguirre, significa que, cuando menos, tiene más de la mitad de la promoción hecha. Porque Boris es un obús mediático con su glamour a su manera, su poca vergüenza y su desparpajo caribe. Lara padre estaría encantado con este “ticket”: el juicioso Millás junto al desbordante Boris. El Premio Planeta es así, señoras y señores. Pero al que le cae encima lo arregla para una temporada. A Millás por los millones ganados y a Boris por los millones que va a ganar vendiendo como rosquillas el culebrón seguramente bien escrito que ha quedado finalista.

Viene de Venezuela, no se nos olvide, que es un culebrón infinito en la actualidad, con un personaje en el reparto que si no fuera por el estropicio que va a causar al país podría hasta divertirnos, el presidente Hugo Chavez, vestido con la camisa roja de su revolución bolivariana sentado ante la televisión como si fuera un dios pequeñito premiando y castigando a su pueblo. Todo es un despropósito y una parodia impresionante. En Venezuela, digo. Aquí puede que Boris consiga que algunos (y algunas) lean un libro.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2007 10 18_

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