miércoles, 29 de agosto de 2007

El Pinsapar / NO LO IBA A CONTAR













_________ No lo iba a contar

El mundo se paró de pronto. Primero hubo un estruendo, una violencia enorme, luego un silencio penoso. No podía respirar bien. No podía creerlo pero era verdad. Miré a Jesús. Incrédulo todavía percibía en él la misma dificultad para respirar que yo sufría. Aguardamos un tiempo como recorriendo mentalmente cada hueso, cada víscera, cada sistema. Había vuelto la quietud y el mundo de nuevo se ponía lentamente en marcha. Salimos del coche muy despacio, todavía perplejos por lo que nos había ocurrido. Jesús, mi amigo Jesús Maeso, el brillante novelista gaditano de Úbeda, no se lo creía aún. Me había traído a la puerta de mi casa, aparcado en una parada de autobús que hay delante. Un coche nos había embestido por detrás, saliéndose de su carril, por la excesiva velocidad, por lo que fuera. Todos estábamos vivos, afortunadamente. Digo ellos, nosotros. La mujer del conductor que nos golpeó con su coche, lloraba. Nosotros seguíamos sin poder respirar bien. Aturdidos, confusos. Con los primeros dolores en la espalda, el cuello. Enseguida llegó la Policía Local. Fuimos a la clínica de urgencias, donde nos miraron y trataron. Jesús Maeso repetía que era muy hipocondríaco, como un exorcismo para no pensar que pude haber sido herido gravemente, o peor, si llego a salir del coche en el momento del impacto. Porque me despedía de él cuando se paró, de pronto, el mundo. Veníamos de acompañar a un padre que enterraba a un hijo de 24 años, a un amigo sin consuelo. Veníamos de tomar café y hablar de un proyecto para el Bicentenario de1812, un proyecto precioso. Muy ilusionados pese al drama de nuestro amigo Fernando y su familia.

Pero yo no iba a hablar de esto. El sábado no iba a hablar de esto. Ni el domingo. Pero el lunes volvió de nuevo a pararse el mundo en el telediario, viendo las imágenes de las carreteras españolas que han dado un total de muertos insoportable. Y de heridos. La triste estadística, la letra no escrita ni la palabra dicha sobre huérfanos, lutos, dolor y desgarro humanos. Entonces pensé contar lo que nos había pasado a Jesús Maeso y a mí, para que el lector lo sepa y lo recuerde antes de pisar el acelerador, o lo que sea. Porque hay que saber mirar con atención las señales que nos llegan, este golpe, el dolor nuevo de todos estos días, el tiempo a emplear en curarnos, el insomnio inexplicable en medio de la noche, el susto que tanto tarda en disiparse. Sin ser hipocondríaco, siendo sencillamente víctimas de un descuido, un exceso, lo que sea. Por favor, recuérdelo y dígaselo a todos en nuestro nombre.

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2007 08 29_

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