jueves, 29 de marzo de 2007

El Pinsapar / CAMBIO RADICAL













_______ Cambio radical

En un zapeo me enganché. Una relamida Teresa Viejo se movía con soltura por un plató que anunciaba dos cambios radicales en sendas mujeres acomplejadas por el tamaño de sus senos, la miopía, el vello facial, la curva de su nariz, la ausencia de pómulos, la tristeza de la mirada, las dentaduras dislocadas, las pistoleras, la grasa sobrante y el mentón huidizo, entre otras, al parecer, insoportables minusvalías estéticas.

Durante dos meses se habían sometido a todo tipo de correcciones con suspiros y lágrimas por el marido y los hijos dejados en casa, o el novio anonadado que esperaba el retorno con el anillo de pedida en la mano, que acabaría entregándole, rodilla en plató, con petición de matrimonio delante de toda España (eso quisiera el share). Como en Mujeres desesperadas.

¡Mi Reino por un Quirófano!, se grita hoy en un canal comercial. La factura es estar dos horas escrutada por los espectadores, que te filmen en ropa íntima y te metan el bisturí, el láser, el extractor de grasas abdominales o de grasas glúteas, el torno dental… Eso sí, los más amables cirujanos plásticos, odontólogos estéticos, esteticista, estilistas, psicopeluqueros, maquilladores y demás honrados profesionales del ponerte bonito salen en pantalla por intercambio comercial, presumiblemente. En el plató, como en los demás realtys, la familia, abuelos incluidos, amigas que se pelearon de chicas, vecinas y demás atónitos. Lo que se dice un verdadero circo. Ahora, una vez sembrado y visto el resultado espectacular del trabajo de dos meses de toda una maquinaria industrial de la belleza, de lo que se trata es de esperar a que llamen a las consultas y hagan caja. El suculento negocio de lo bonito ha nacido y nadie sabe como ha sido.

Lo que era un chiste –la adolescente que pide a sus padres tres aumentos de talla de sus pechos al aprobar la selectividad- va a ser la moneda corriente en los tiempos que se avecinan. “Qué es lo más raro que recuerdas que hayan pedido en la consulta?”, le pregunté hace años a una conocida que trabajaba en una importante clínica estética. “Una mujer que pidió un implante de vello púbico”, me dijo. “¿Cómo?”, insistí asombrado. “Has oído bien, un implante de vello púbico”, afirmó sin darle importancia. Añadiendo, “de ahí en adelante, cualquier cosa”. Y no estaba en antena el “Cambio radical” ni el cambio radical era construir una sociedad donde la solidaridad fuera la bandera izada por todos y los valores democráticos se hubieran consolidado para siempre. No. Cambio radical era esto que ahora llega, este realty que hace felices a dos mujeres que se encuentran feas y llena las clínicas, las peluquerías, las tiendas de moda y todo ese mundo de lo bonito. Otra hipoteca…

Diario de Cádiz
El Pinsapar
2007 03 29_

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